Juego de niños
Caídos del mapa (2013), dirigida por Leandro Mark y Nicolás Silbert y basada en el primer libro de la saga escrita por María Inés Falconi, es una película que aborda y se dirige decididamente al público infantil y preadolescente. Se ha construido desde los aspectos de la comedia sin dejar que aparezcan elementos que puedan nublar o volver oscuro el relato, como el drama o la tragedia. Deja a la historia mantener su nivel lúdico y caricaturesco.
Cuatro muchachos, Federico, Paula, Graciela y Fabián, deciden ratearse del colegio durante la clase de geografía escondiéndose en el sótano hasta que suene el timbre de la hora de salida. Pero la gran rival, la “gordita” Miriam, una compañera especialista en ser “buchona”, los descubre y los amenaza a que si no la aceptan en el grupo irá y dirá todo el plan. Mientras tanto la profesora de geografía “La Foca” pedirá ayuda a la directora al percatarse de la desaparición. A partir de ahí, los chicos trataran de lidiar con Miriam en el sótano al mismo tiempo que “La Foca” y la directora llamaran a los padres para iniciar una búsqueda en la superficie.
El film esta sostenido de manera acertada por la actuación de los pequeños actores que sin duda otorgan ese matiz necesario que requiere una historia que habla sobre grupos, sean de amigos u otras razones que los lleven a estar juntos. Y entonces en ese camino todo gana interés por las mismas diferencias y atracciones que existen y surgen entre ellos. Además viven las primeras aventuras preadolescentes como el amor, los gustos musicales, las relaciones con los padres, los complejos, la amistad que son los disparadores más importantes para que surjan todos los conflictos. Casi como una novela de iniciación, pero sin llegar a que dichos conflictos sean sobre temas muy profundos o adversos, ya que la película nunca pierde su propósito de ofrecer buenos y nobles sentimientos.
Otro elemento resaltante a tener en cuenta es el espacio del sótano que es implementado de manera atractiva para darle toques de fantasía, cuento de hadas y terror infantil. Es decir, para que sea visto a pesar de su aspecto vetusto y tenebroso, como un lugar que fomente la imaginación y el juego.
Finalmente, y a pesar de algunos atinos explicados en las líneas anteriores, está muy presente el detalle de que la narración constantemente cambia cuestiones complejas o extrañas a través de la comicidad. Y muchas veces eso, si bien está para que todo se aligere y sea de un ritmo más llevadero entendiendo para el tipo de público al cual se dirige, le restan misterio y naturalidad a la película. Sobre todo en temas que podrían ser más interesantes al sumar por contraste. Por ejemplo la desesperación de los padres, el fontanero que se luce por su torpeza, la profesora que busca a los chicos perdidos por todos los recovecos de la escuela, son situaciones excesivamente risibles y, al igual que otras secuencias, son extremadamente directas en ese efecto (lo mismo sucede con temas como el amor y el deseo preadolescente) y niegan la posibilidad de otros posibles registros. Sin embargo, cabe señalar nuevamente, que todo ello se debe a que tiene un público espectador muy bien determinado.