El club de los cuatro
Existe una edad de difícil encasillamiento en cuanto a productos cinematográficos y literarios; esa edad en la que los juguetes son todavía parte de la rutina pero los primeros arranques hormonales aparecen. Ese momento en que las redondas caras de la infancia comienzan a volverse ampulosas y en muchos casos llenas de granos y rubores repentinos. Para ese público, ávido de un producto que plasme el sutil paso de la infancia a la adolescencia temprana, está encarado el film Caídos del mapa.
Sobre la base de la consagrada saga literaria nacional de María Inés Falconi publicada en el año 1995 (de la que ya se han publicado 26 ediciones) se erige este relato de preadolescentes embarcados en una aventura simple pero a la vez osada: ratearse del colegio y esconderse en el sótano hasta que sea la hora de la salida. Pero nada saldrá como lo planean y la alumna más insoportable del grado se inmiscuirá en sus planes para tratar de arruinarlos. Así, los cuatro aventureros iniciales se verán obligados a compartir su tiempo de voluntario confinamiento con esta indeseable compañera.
El espacio rutinario del colegio se resignificará entonces enmarcado por juegos, confesiones y coqueteos La infancia levemente comienza a esfumarse y en su lugar se instalan las primeras interacciones con el sexo opuesto tan febriles como intensas. En este marco, dos realidades diferentes se darán cita simultáneamente: las fantasías de los niños en el sótano (bien interpretadas por los jóvenes actores elegidos) con la caricaturesca búsqueda organizada por las autoridades del colegio.
Desde el punto de vista actoral, los jóvenes seleccionados para los papeles principales cumplen con el cometido de personificar al estereotipo bien definido dentro de la fauna del colegio primario: el estudioso, la “liguerita“, la cándida , el cancherito y la infaltable resentida. Cada uno mostrará su faceta oculta y ayudando a entender el porqué de su accionar, de una manera dinámica y que en cierta forma irá desmitificando la visión estructurada que la sociedad escolar tiene de ellos. Ni el más atlético es totalmente feliz (sufre por el divorcio de sus padres) ni la más popular del colegio es tan respetada como anhela (y teme ser tomada como objeto) ni la más resentida es el diablo encarnado (muchas veces su propio miedo al ridículo es lo que la aísla).
Caídos del mapa se inscribe así en el tipo de films de aventuras de niños en los que claramente sus directores Leandro Mark y Nicolás Silber han amado y tomado como influencia el espíritu de Los Goonies , Super 8 y hasta incluso algunos elementos de El club de los cinco. Todo esto sazonado con numerosos gags de humor físico en manos de los actores adultos del elenco ( donde se destacan Osqui Guzman y Karina K ).
Una nueva saga cinematográfica puede dar comienzo con esta entrega y el mero hecho que la misma esté dedicada a un sector tan difícil de satisfacer como el de los preadolescentes ya es motivo de celebración. Sin falsas pretensiones Caídos del mapa entretiene con un producto enraizado con la idiosincrasia argentina, lo que no es poco.