Pese al renacimiento que tuvo el género de la fantasía a comienzos del siglo 21 con los sucesos de Harry Potter y El Señor de los Anillos, la franquicia Dungeons & Dragons terminó vetada en los grandes estudios de Hollywood tras el fracaso comercial de la película producida por Joel Silver en el 2000.
La nueva apuesta de Paramount consigue revivir este universo de ficción a través de una producción que resulta muy entretenida para el público que no estaba familiarizado con esta propuesta al mismo tiempo que mima a los fans con una adaptación cariñosa.
Los directores Jonathan Godstein y Jon Francis Daley entendieron perfectamente que esto no es Tolkien ni Game of Thrones y aprovecharon los mundos y personajes excéntricos que siempre incluyeron los relatos de D&D para elaborar un espectáculo que no se toma en tan serio a sí mismo.
Para los seguidores del juego de rol y la saga literaria la trama está plagada de referencias a monstruos icónicos y escenarios tradicionales que van a poder reconocer con facilidad.
Hubo un esfuerzo por hacerle justicia a la franquicia y el film captura muy bien esa esencia de familia disfuncional que conforman los protagonistas, representada en numerosos relatos, desde los viejos cómics de DC hasta la saga Drangonlance.
Chris Pine sobresale como la gran figura del elenco con un personaje muy divertido que conforma una excelente dupla con Michelle Rodríguez, quien se destaca más en esta propuesta con su interpretación que en todas las intervenciones que tuvo en Rápido y furioso.
El resto del reparto acompaña con trabajos correctos pero son ellos dos los que sostienen el espectáculo.
En los aspectos técnicos la dupla de directores presenta una buena combinación de CGI con efectos prácticos que tiene la finalidad de evocar el cine de fantasía de los años ´80.
También sorprenden con algunas secuencias de acción inspiradas que le pasan el trapo a los combates Power Rangers de Shazam.
Mi única objeción con este film pasa por la abrumadora influencia de los Guardianes de la galaxia de James Gunn en el tratamiento humorístico que atentó contra la posibilidad de construir una identidad más definida.
Me encantaría ver otra película con el rol de Pine sin que me recuerde al Starlord de Chris Pratt.
El film tampoco cae en los excesos de la segunda entrega de Guardianes ni la imbecilidad extrema del Thor de Taika Waititi pero podría generar humor sin la necesidad de emular los productos de Marvel.
De todos modos el balance es más que positivo y el regreso de D&D ofrece una muy buena propuesta pochoclera que tiene el potencial de generar más entregas.