Jovan y José son dos migrantes de los tantos que llegaron a Suiza en los últimos años. Jovan viene de Serbia y es gitano; José nació en Lisboa. A los dos les gusta la música y pudieron, con el tiempo, tener un oficio. Quizás sus amigos los cuestionarían, pero ellos desarrollan su profesión de funebreros en una empresa y mantienen una vida digna.
Ahora les toca preparar todo para repatriar el cadáver de un calabrés a su pueblo natal. El viaje que van a realizar juntos les servirá como una descarga de sus individualidades en su duro vivir de migrantes.
El elegante vehículo en que los dos hombres trasladan el cadáver que prepararon puntillosamente se desplaza por más de 1.600 kilómetros en perfectas rutas que quién sabe el muerto nunca pudo recorrer con tal comodidad y elegancia. Nada sabrán del hombre que conducen estos trabajadores, sólo que fue un migrante como ellos, que un día partió de su pueblo con sus mismas esperanzas que ellos y ahora lo devuelven muerto a su pueblo natal.
MIRADA COTIDIANA
Nadie se ocupó del muerto tan meticulosamente como estos funebreros, eficientes y correctos. Quizás su madre al nacer. Ahora el cuerpo del desconocido, quién sabe si mirando la ruta (la cámara elige el punto de vista desde el ataúd varias veces), es llevado por dos choferes que reflexionan sobre la vida como dos filósofos de barrio, charla matizada por la música de alguna canción que habla del exilio.
Tres palabras despidieron el féretro en la voz de una mujer acompañada de otra, a las que no les vemos las caras: ""Buen viaje, Franco"". Quizás las mismas palabras que sonaron alguna vez cuando Franco partió de la Calabria natal. Más allá del adiós que se repite y el largo viaje por rutas impolutas y túneles impecables, "Calabria" concentra un diálogo que pasa de la religión (uno cree, el otro no) al tema del amor y la música, una charla sencilla en la que dos inmigrantes, con fondo de elegíacas canciones, intentan eso que las letras sugieren.
""Haz lo que tu corazón desee, nadie vive mil años, el tiempo pasa y se lleva la juventud. Disfruta la vida"". Improvisados conversadores que sin saberlo practican ese ""vivir el momento"" (carpe diem) del que hablaba el poeta en una convulsionada Europa.