Callcenter, de Sergio Estilarte y Federico Velasco, podría ser un capítulo de una tira televisiva: tiene la estética, el estilo de actuación y las líneas argumentales de tono anecdótico que aparecen con frecuencia en ese tipo de ficciones, por lo general cargadas de lugares comunes. La película echa mano a unos cuantos estereotipos, tanto en los temas que aborda como en los personajes que construye -el encargado de vigilancia que se ratonea, la linda enamoradiza, la joven dark problematizada, la jefa que en el fondo es buena-, pero no logra resignificarlos. Simplemente los pone en juego como un recurso más de la narración, que se torna banal y previsible. Sin profundidad en los conflictos que plantea y confundiendo vulgaridad con osadía, el film naufraga sin remedio.