Calvario

Crítica de Alejandro Turdó - EscribiendoCine

Pueblo chico, cura grande

En todos lados se cuecen habas, incluso en pequeños pueblos irlandeses. Una mezcla de cuestionamientos religiosos, expiación de culpas y la búsqueda de una salida a través de la redención se dan lugar en Calvario (Calvary, 2014) segundo largometraje del inglés John Michael McDonagh, más acostumbrado a la escritura de guiones que a la dirección detrás de cámara.

Todo en Calvario gira en torno del Padre James, cura de un pequeño pueblo irlandés perdido en el medio de la nada. Y no perdido simplemente en el sentido geográfico de la palabra. El párroco es interpretado por el también irlandés Brendan Gleeson, un actor de extensísima trayectoria y mayormente conocido por sus papeles en Corazón Valiente(Braveheart, 1995), Escondidos en Brujas (In Bruges, 2008) y la saga de Harry Potter.

Una sucesión de hechos confusos y circunstancias poco claras comienzan a tener lugar en el pueblo después de que un hombre confiesa al Padre James que planea asesinarlo el próximo domingo, y no porque dicho eclesiástico le haya hecho el mal directamente, sino en represalia por los abusos sexuales que el hombre ha sufrido de pequeño por parte de un miembro de la iglesia. Al haber sucedido dentro de la privacidad del confesionario, la identidad del hombre amenazante se vuelve un misterio. El Padre James decide contar el hecho al obispo del pueblo pero sin tomar medida alguna y los días transcurren en dirección a ese domingo cargado de incertidumbre.

El relato se nutre de una multiplicidad de personajes que componen el núcleo central del pueblo, todos con sus coloridas particularidades: la mujer adúltera, el carnicero golpeador, el inmigrante africano, el dueño del bar, el anciano ermitaño, el enfermero sádico y algunos más. Sus lineas argumentales siempre tendrán como elemento común al Padre James, un hombre que con la palabra siempre intenta mediar y ser un hombro en el cual pueda apoyarse su comunidad.

Es curioso que John Michael McDonagh -aquí en rol de director/escritor- haya elegido desarrollar una historia que cuestiona la Fe y el papel de la iglesia dentro de la comunidad actual, en particular un país tan devoto como es la República de Irlanda. Si bien el film concentra pequeñas dosis de un humor bastante negro, con la sólida labor de un Gleeson con un timming impecable al momento de sacarnos una sonrisa socarrona o transmitirnos seriedad, conforme la trama avanza se puede percibir como la pesadez del drama representado va ganándole terreno al humor y al cinismo. Párrafo aparte para el diseño de arte y las increíbles locaciones naturales, que sabe explotar en pantalla toda la belleza de la isla y sus paisajes característicos.

Calvario es de esas películas que a primera instancia no parecen tener grandes aspiraciones ni momentos memorables, pero conforme el espectador se adentra en la historia comienza a descubrir todo aquello que se esconde más allá de lo que dictan las primeras impresiones. Si, también en una pequeña isla perdida al noroeste del Reino Unido los habitantes tiene planteos teológicos y crisis existenciales, no todo es beber pintas y tocar la gaita muchachos.