Calvario

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

Pueblo chico, infierno grande. La frase es vieja y se uso mil veces para describir películas, tal vez lo que pueda diferenciar a Calvario de otras producciones, es la forma en la que el infierno habita dentro de cada uno de sus habitantes.

El padre James es el párroco principal de un muy pequeño pueblito en Irlanda, y es quien debe recibir la más extraña confesión un domingo después de la misa. El hombre confesándose, lo pone sobre aviso que dentro de una semana exacta, lo asesinaráa.

James sabe quién es el autor de la amenaza, pero ya sea por sentir empatía, culpa, o simplemente por conocerse parte de un plan superior, deja pasar la amenaza, aun sabiendo que es real y que su muerte se aproxima.

El cura comienza así un proceso de sanación personal y contacto con el resto de los feligreses, que abrirá el abanico de situaciones para el espectador.

Muy apoyada en las actuaciones, con un guión correcto y una fotografía majestuosa, esta película contemplativa va a hacer las delicias de aquel público habido de relatos cinematográficos que puedan llevar el realismo a su punto culminante.

Una magnífica interpretación de Brendan Gleeson, quien tiene la cámara todo el tiempo colocada a centímetros de su rostro, complementada por Chris O’Dowd y Kelly Reilly y un elenco de actores secundarios que harían palidecer la performance de muchos actores principales de Hollywood, hacen de esta película una de esas joyitas cinematográficas en las cuales el limite entre obra teatral y película casi no se distingue.

Algunos minutos de mas hacen que por partes la trama se note un tanto estancada, pero mas allá de eso, es una película que se muestra muy interesante en su planteo, sin llegar nunca al ridículo, aunque se encuentre muy cerca de él en mas de una ocasión.