Entre lo mejor que vi en la Berlinale estuvo este filme, el segundo dirigido por el escritor y autor teatral inglés John Michael McDonagh, quien debutó hace pocos años con THE GUARD. El protagonista vuelve a ser aquí el extraordinario Brendan Gleeson, quien compone a un cura de un pequeño pueblo en Irlanda, quien es amenazado de muerte por un hombre en el confesionario (por haber sido violado de chico por otro cura) y le dice que lo matará en una semana, ya que quiere vengarse de la institución. El cura no sabe quién es ese hombre y el filme se desarrollará a lo largo de esa tensa semana en la que “el padre Gleeson” irá interactuando con los distintos y bastante perturbados miembros de su aparentemente calma comunidad, algo que servirá además como “investigación” de ese posible crimen.
Ese “disparador” narrativo sirve, más que nada, para trazar una pintura bastante dura de la vida en ese pueblo, de la relación de la comunidad con la religión y de las propias luchas internas (y familiares) del perturbado cura, un ex alcohólico que además tiene una hija (Kelly Reilly) que, luego de un intento de suicidio, lo viene a visitar. La película suena durísima y lo es, aunque el tono es por momentos bastante liviano (el propio director la definió como “DIARIO DE UN CURA DE CAMPAÑA, de Robert Bresson, con algunos gags en el medio”) que por momentos recuerda a las películas (y los personajes) irlandesas de John Ford, con personajes que pueden ser tanto simpáticos como psicóticos, o acaso las dos cosas a la vez.
CalvaryLas sorpresas son constantes y el tono relajado de CALVARIO disimula por momentos lo sombrío de la propuesta. Si bien la resolución no es del todo lograda, el filme resulta atrapante de principio a fin, especialmente gracias a un notable guión, a una extraordinaria composición de lugar y a Gleeson, cuyo pesado cuerpo parece cargar encima los pecados de todo el mundo. Lo acompaña un gran elenco (Chris O’Dowd, Isaach De Bankole, Aidan “Little Finger” Gillen, M. Emmet Walsh, Domhall Gleeson, la citada Reilly y Marie-Josee Croze, entre otros) en un filme que trata un tema bastante similar a la reciente PHILOMENA (las consecuencias que tienen en las personas algunos crímenes cometidos por la Iglesia en el pasado), pero de un modo mucho más austero y con un cambio de punta de vista interesante, ya que aquí el protagonista es un cura igualmente conflictuado por esa situación.
Una de las productoras del filme es la argentina Flora Fernandez Marengo y el muy emotivo tema del final no está, como pensé en su momento, cantado por Mercedes Sosa sino por el grupo paraguayo Los Chiriguanos cuyo cantante, admitámoslo, suena un tanto parecido a “la Negra”…