Crónica de una muerte anunciada
Un hombre le avisa a un cura que lo matará en una semana. Historia con humor ácido y varios interrogantes.
En un pequeño pueblo irlandés, en el confesionario de una iglesia, el cura escucha a uno de sus habituales parroquianos. Este le revela un secreto que jamás contó. De niño era abusado por un sacerdote, semana tras semana durante años y años. Y por ello ha madurado una decisión. Matar. Matar a un cura. Pero no al cura pedófilo, que ya ha muerto, sino a quien lo escucha, al padre James (extraordinaria actuación de Brendan Gleeson) un buen tipo que no sabe cómo tomarse la amenaza de este hombre misterioso que le dará una semana para poner sus cosas en orden, antes de la planeada ejecución.
Así comienza Calvario, la inquietante e hilarante historia que dirige John Michael McDonagh. Siete días en un pueblo infernal, un lugar en el que la espiritualidad de sus pobladores se mide a cuentagotas, donde la iglesia podría encontrar pecados capitales en cada uno de sus habitantes, donde ningún sermón produce el eco que se espera. Hay sorpresa también en el calvario, y ese es otro mérito del filme.
De a ratos la película parece una suerte de Trainspotting rural o Los siete pecados capitales, contado todo con humor ácido, humor necesario pero nunca forzado. Fluyen las miserias humanas insertas en paisajes majestuosos. Hombres de negocios que no creen en nada, asesinos, alcohólicos, drogadictos, taxi boys, adúlteros, víctimas y victimarios todos, deshumanizados al punto de volver letra vana una charla cualquiera. Así y todo hay profundidad en la historia, y preguntas. Sobre el rol de la religión, en muchos lugares sentenciada a muerte, como James. Sobre las relaciones humanas, ya dijiimos, cada vez más deshumanizadas.
Y allí está James, reconstruyendo la relación con su hija, asumiendo su papel de guía espiritual a veces con convicción, a veces por inercia. Tratando él de conectar con la gente, y de transitar su propio calvario, día a día hasta el próximo domingo, cuando supuestamente morirá. ¿Por qué este hombre bueno pagará por los crímenes de la iglesia? ¿Por qué la historia del cura pedófilo queda subsumida en este pequeño infierno irlandés? ¿Por qué las palabras conectar y perdonar son claves en este cuento y en el mundo de hoy? ¿Por qué podemos reírnos de todo esto?
Es una historia ancestral, mirada cínica de un calvario global, que curiosamente tienen lugar en un pequeño pueblo, en un país, Irlanda, cuya historia de luchas religiosas y políticas no pasará desapercibida.
Un hombre sentenciado, como todos lo hombres, que mira su mundo con los ojos de un final anticipado, adelantado por un accidente con causa y consecuencias que hay que asumir. O no.