Calvario

Crítica de Santiago Decaro - La cuarta pared

Grata sorpresa me he llevado con Calvary, una comedia negra escrita y dirigida por el irlandés John Michael McDonaugh. En este film (su segundo largometraje), McDonaugh nos invita a reflexionar sobre el rol que cumple la iglesia frente a la comunidad en estos tiempos modernos.

Al igual que a su hermano Martin (In Bruges), a Michael le gusta filmar en lugares asi super copados. En este caso, la historia se sitúa en un pueblito costero de Irlanda. Allí, el Padre James, interpretado por el siempre cumplidor Brendan Gleeson, recibe a un miembro de la comunidad quién le confiesa haber sido abusado por un cura durante su infancia. Como su agresor falleció hace años, este hombre decide tomar su venganza asesinando a otro cura, al propio James (un poco retorcido el muchacho ¿no?) y le dice que lo va a finar dentro de una semana en la playa del pueblo.

Con el leitmotiv resuelto a los 5 minutos de película, McDonaugh decide ponerse a jugar un poco con el espectador. Desde el primer momento, el Padre James dice conocer la identidad del probable asesino, pero esta información se nos esconde hasta los minutos finales del film. Este recurso hace que cada miembro de la comunidad que aparece frente al padre sea un potencial sospechoso para nosotros. Y acá es donde me quiero explayar un poco, porque sin lugar a dudas, el aspecto más rico de la película es cómo se retrata la relación entre la iglesia y sus fieles.

Acá se nos muestra a una iglesia que intenta estar presente entre los miembros de la comunidad, pero sin un gramo de poder. James trata de ser un guía, un confesor, un compañero... ¿Pero que pasa cuando tu rebaño no te necesita? La gente de este pueblo no se avergüenza de sus pecados, sino que algunas veces hasta se jacta de ellos. Entonces lo tenemos al pobre cura que anda por ahí paseando, visitando a sus vecinos y ellos medio que no se lo bancan. Lo bardean, lo ningunean, algunos hasta lo llaman para humillarlo. La verdad es que se la hacen difícil.

Retomando el argumento, los días pasan y la tensión de James se va acrecentando hasta que llegamos al tan anticipado desenlace. Esa tarde de domingo en la playa, en donde se resuelve el pleito entre el cura y su acosador. Es notable como todo el relato, y más todavía su resolución, está sumido en una oscuridad y un cinismo muy palpables. No hay ninguna bajada de línea moral ni nada por el estilo. Las cosas pasan porque pasan y chau.

Como mencioné al principio, el papel del padre es interpretado por el consagrado actor irlandés Brendan Gleeson a quién seguramente viste en Gangs of New York o 28 Days Later... y acá la descose. El papel está hecho a su medida. El padre James es un tipo íntegro, con fallas como cualquier otro, que conoce lo bueno y malo que hay en el mundo. La caracterización de Gleeson es impecable. Cuando tiene que transmitir serenidad, lo hace; cuando la cosa se pone un poco más violenta, te tira esa pose de gordo irlandés escabio que te dan ganas de correr a esconderte. También sale airosa del pleito la actriz Kelly Reilly (Eden Lake, Sherlock Holmes) que interpreta a la hija del cura, y por ahí también está Aidan Gillan (Claro... Meñique de Game of Thrones con mismo peinado y todo) entre los habitantes del pueblo.

En un año bastante flojo en materia de cine, Calvary se alza como una de mis películas preferidas del año. Si te gustan los dramas piolas en lugares flasheros y con un mínimo trasfondo religioso, no te la pierdas ¡Todavía estás a tiempo de verla en el cine!

VEREDICTO: 8 - GRAN FILM
De lo mejorcito de este año que ya se va. Una peli oscura que nos plantea preguntas un tanto incómodas y con una excelente actuación de Brendan Gleeson, caracterizando a un cura sin rebaño, y perseguido por la sombra de la muerte.