Calzones Rotos se postula como “Revancha de mujeres”. Mandamos a Ayi Turzi a verla y en esta reseña nos cuenta por qué no comparte este postulado.
La película se propone con una estructura coral. Dos jovencitas en la década del 30 que se disputan el amor de un hombre, aparentemente cautivado por su hermana menor, la matriarca de una familia viviendo sus últimos días en la década del 70 y una mujer llena de infecciones sexuales por las licencias de su marido son el punto de partida para el desprendimiento de otras anécdotas y personajes. Avanzada la historia nos damos cuenta que la trama se centra en la misma familia, pero en dos temporalidades diferentes.Lo más destacable de la película pasa por las actuaciones, que se alejan del realismo para acercarse a un registro más melodramático y telenovelezco que es coherente con la propuesta general de una trama llena de desgracias familiares, engaños y amores prohibidos. Una actuación de tinte naturalista nos hubiera alejado aún más del código.
¿Y por qué digo “aún más”? Claro que no me explayé sobre esto aún. Por más que intente abordar una temática universal, como la del empoderamiento femenino en diferentes situaciones cotidianas, Calzones Rotos no logra que uno empatice con ella. Se entienden perfecto tanto el tema como la intención, pero el uso del humor y ciertos modismos trazan una barrera para todo aquel que no conozca en profundidad la cultura chilena. Por ejemplo, cada vez que los hombres se bajan los pantalones para tener sexo, se escucha una escopeta pronta a disparar. ¿Es eso un chiste local, una metáfora con qué sentido? Carecemos de herramientas para evaluar si es un uso deficiente del humor, un chiste malo o una sutileza inteligente porque, sencillamente, no lo comprendemos. Y así con varios elementos que, como saldo final, terminan haciendo que la hora y media que apenas dura la película se haga eterna.Sobre el ítem “revancha de mujeres”… es al menos dudoso. Si bien cada historia termina cerrando con un triunfo femenino, ninguno se erige como una victoria definitiva. No dejan de vivir bajo un ala masculina, ya sea real y tangible o simbólica, anclada en recuerdos. Entrar en detalles sobre este punto sería spoilear la trama, y no es la intención de esta servidora. Solo presten atención, cuando la vean (si la ven), qué significa cada triunfo individual y cómo impacta en las mismas mujeres con el paso de los años. No hay liberación ni empoderamiento de ningún tipo si, con el correr del tiempo el supuesto acto liberador genera culpas, remordimientos o sigue latente dentro de cada una con cierta carga negativa.
Calzones Rotos se hace cuesta arriba por cuestiones propias de su idiosincrasia. No logra la universalidad que pretende ni la legitimación de sus postulados sociopolíticos. Y, por el humor que maneja, tampoco podría consumirse como una simple comedia dramática con mensaje fallido.