Co producción chileno-argentina, "Calzones rotos", de Arnaldo Valsecchi es un relato coral sobre una familia en la que no se juega con las mujeres. Cine y coyuntura van de la mano.
En momentos de pañuelos verdes y violetas, de cuestionamientos sobre los mandatos sociales femeninos, revalorización del rol de la mujer, y observación sobre la mirada del género en lo medios de comunicación (entre muchos otros reclamos afines); en cartelera no paran de llegar filmes que directa, o más tangencialmente abordan temáticas de liberación femenina.
"Calzones rotos", del italiano radicado en Chile Arnaldo Valsecchi, es quizás el ejemplo más directo. Basada en la novela homónima de Jaime Hagel Echeñique, "Calzones rotos" no da lugar a dudas sobre su mensaje, llegó la hora del castigo.
No confundir, no hablamos de ese tipo de películas, sobre todo comedias, en los que, las protagonistas se definen únicamente por un despecho hacia la contrafigura masculina, y urden planes risueños de venganza que terminan por llevarlas a ¿liberarse? y a su vez recapacitar sobre lo que estuvieron haciendo.
Las mujeres aquí son independientes, que se definen por sí mismas, fuertes y de carácter, que tienen en claro lo que quieren, y que no necesariamente necesitan de un hombre para alcanzar esa meta.
La venganza vendrá de la mano del accionar masculino intentando meter su cuchara dentro de esa mermelada. Todo sucede dentro de una familia, una mansión en la década del 30' habitada únicamente por mujeres, las diferentes generaciones de un mismo clan. Valsecchi integra un juego que, al principio, puede parecer muy confuso.
Al igual que sucedía en la mucho más complaciente "Amores que nunca se olvidan" de Jocelyn Moorhouse, en "Calzones rotos" iremos y vendremos en el tiempo narrando las historias de los miembros de esta familia, todos miembros femeninos por supuesto. A diferencia de film protagonizado por Winona Ryder, aquí no se trata de revivir historias de amor más o menos truncas o prósperas.
Cada miembro de la familia tiene tierra que ocultar bajo la alfombra, y en todas hay mugre masculina.
Una casa de campo, una familia de la alta sociedad, Matilde, la matriarca, se encuentra en su lecho de muerte. Ella tiene tres hijas biológicas, ninguna con marido, y una adoptada de bajos recursos cuando era bebé. La tercera generación llega al hogar, sus dos nietos, y uno de ellos trae a su pareja, una norteamericana que directamente nos hace recordar a Jessica Chastain en "Historias cruzadas".
El relato comienza a ir y venir entre unas y otras, entre el presente y el pasado, y hasta que nos acostumbremos y ubiquemos, el montaje sin placas ni nada por el estilo, nos dificultará distinguir lo entrecortado del asunto. Matilde aprovecha la ocasión para hacer una confesión al Padre que viene a darle la extremaunción (Jorge D’Elia); no nos olvidemos que hay secreto de confesión.
A partir de ahí comenzará una catarsis en la cual cada una de las mujeres contará, aunque sea para sus adentros, los destratos que sufrieron en manos de los hombres, y las trágicas consecuencias que eso acarreó… para los hombres. Enfermedades venéreas, infidelidades, prostitución, suicidios, masturbación de diferentes formas, y muchos otros temas; todo pasa, o pasó, puertas adentro de esta familia que guarda sus formas por el status quo.
De producción mayoritariamente chilena, la película de Valsecchi, que ya había adaptado al autor en su anterior film "Las rubias de Kennedy", se destaca por un acabado técnico muy prolijo; con especial detalle en la fotografía y en su musicalización.
Tanto por estos rubros técnicos, como por el armado de diálogos estructurados de forma de novela antigua deliberadamente; más de una vez pareciera que Valsecchi se refugia en un estilo similar al de nuestra María Luísa Bemberg y su cine barroco feminista. No costaría creer que "Calzones rotos" fue dirigida por ella.
El conjunto actoral (en el que podemos ver a una curiosa madama de burdel a cargo de la siempre espléndida Graciala Tenembaúm) sale airoso de la difícil tarea de componer con esos diálogos rígidos pero necesarios para lo que se pretende lograr. Todas las actrices, y actores como Patricio Contreras, logran darle vida a estos personajes de pura letra. "Calzones rotos" es una experiencia particular, con un mensaje claro y sin medias tintas sobre la ponderación femenina en distintos ámbitos.
Su puesta lograda, sus aportes de humor, su ritmo juguetón, y el puñado de actuaciones, logran llevar adelante un relato que en otras manos hubiese quedado más cerca de la letra muerta.