Cuando las etapas oscuras se iluminan
El mayor mérito en esta película es que cuando la trama llega al borde del golpe bajo logra retomar el rumbo con pases de sitcom que desvían la atención del espectador.
Paco Arango confiesa que quiso hacer una realización con buena onda y lo consiguió. Si bien toda la trama es previsible, el tratamiento dado por el guionista (el mismo Arango) a la idea y al concepto de como transmitirla evidencia que conoce en profundidad el tema que trata.
Las subtramas contienen la misma línea subliminal que la principal, pero desarrolladas totalmente en pase de comedia, a veces impregnada de humor negro, por lo que puede verse transitar por la pantalla a la madre de Manolo que “padece” su ancianidad en un geriátrico, apoyándose en una paciente de Alzheimer que la confunde con su patrona, a la soledad que “padecen” un vecino sin familia, y un inmigrante con su familia en México, al amante de la esposa de Manolo, que “padece” las indecisiones de la mujer, sin olvidar al enamoramiento que “padece” el joven Antonio por la hermana de su compañero de cuarto. Todas historias “pacientes” que agilizan la narración al hacer sonreír, y hasta reír a carcajadas, a los espectadores.
Con un leve adoctrinamiento sobre la institución familiar, el mensaje subliminal está en cierta forma abierto para que el relato del espectador encuentre alguna identificación en la diversidad de personajes, aunque quizá puede prevalecer la idea de que en los momentos más difíciles de la vida “está escrito” (maktub) que alguien, como un ángel, acuda en nuestra ayuda para que las cosas cambien; Antonio es el maktub de Manolo.
Actuaciones
Diego Peretti como Manolo trasmite todas las emociones, tanto cómicas como dramáticas, por las que atraviesa su personaje; Aitana Sánchez-Gijón como Beatriz vuelve a demostrar su excelente calidad actoral; Andoni Hernández como el joven Antonio mantiene al espectador pendiente de su personaje; y Jorge García (el gordo de la serie “Lost”), aprovecha al máximo su cómico personaje del inmigrante mexicano.
Se destaca Goya Toledo como la madre del muchacho enfermo, ya que no cae en ningún desborde en el rol más dramático y con un perfil proclive al estereotipo que la actriz canaria evitó utilizar; y se luce la experimentada Rosa María Sardá como la enfermera Guadalupe, a la que caricaturizó como a una mujer con una pizca de autoritarismo y suficiencia, pero muy querible; otro maktub en la vida del protagonista.
El cinéfilo y el espectador
Los cinéfilos seguramente remarcarán que, como se mencionó más arriba, los planteos de la historia hagan que su desarrollo sea previsible; pero con una mirada diferente a cómo se suele abordar cinematográficamente el tema de los pacientes oncológicos. Paco Arango ofrece una película que divertirá al espectador y al mismo tiempo le brindará la oportunidad de repensar la manera de enfrentar las malas rachas. (Carlos Herrera).