La danza es una disciplina integradora. Iván Gergolet quiso hacer un homenaje al trabajo terapéutico que María Fux, por medio de la danza, realiza con personas con capacidades diferentes. El espectador encontrará en éste documental muy poco de la impresionante trayectoria artística de la gran bailarina, porque el director centra su atención en la labor que la "Maestra" realiza con los niños y adultos que acuden a sus clases. Si desde el comienzo de los tiempos se considera que la danza es integradora, María Fux reafirma ese concepto cada vez que un ser humano con alguna falencia física acude a su taller. El enfoque del documental hace que sean muy emotivas las escenas en las que se muestran los logros de los alumnos de todas las edades, especialmente la aborígen que vivía en estado primitivo en una cueva y que, cuando fue hallada, se incorporó a la sociedad luego de un trabajo de movimientos de danzaterapia. También conmueve al espectador ver en pantalla a una bailarina que padece sordera y baila gracias a la percepción de las vibraciones que llegan a su cuerpo. La danzaterapia que María Fux aún imparte personalmente, quizá haya quitado espacio en los recuerdos a sus clases con Ekaterina Galantha y Martha Graham, y a sus transgresiones al bailar descalza, con ropas y cabellos sueltos, con las que se alejó de la técnica pero llegó a la terapia por el movimiento. Es un buen documental, aunque se centra en un sólo aspecto de la rica vida de la bailarina, coreógrafa, docente y terapeuta María Fux quien tiene 94, y a la fecha del estreno de ésta película integra el elenco, como actriz invitada, de un espectáculo de butoh, (“Espejismo – Shinkro – la visión de los intangible), en el Teatro El Tinglado, los viernes a las 20.00 hora, en la ciudad de Buenos Aires.
Precedida por el éxito obtenido cuando se proyectó en el Festival de Cine de Mar de Plata esta película abrió una gran expectativa desde el anuncio de su estreno. Fue dirigida por Nicanor Loreti, que también escribió el guión junto a Camilo De Cabo, Paula Manzone y Nicolás Britos, basándose en la exitosa novela de Leonardo Oyola. La historia es jugada por personajes grotescos referenciados en héroes americanos pero que habitan en el conurbano bonaerense, más precisamente en el Partido de La Matanza. La referencia "americanista" se profundiza con situaciones que remiten a películas de superhéroes hollywoodenses y también a alguna reminiscencia al cine de John Carpenter. “Krytonita” desde el comienzo marca una directa crítica social plagada de humor negro, contenida en un desarrollo fantástico que la convierte en fiel exponente de las películas de género. La trama es atractiva, un conflictuado médico de guardia queda estupefacto al ver llegar al hospital, en plena madrugada, a una banda de delincuentes que trae a su jefe, "Nafta Super", herido de gravedad y sus cómplices le exigen que le salve la vida o el "Tordo" perderá la suya. El desarrollo de la trama oscila entre el tratamiento grotesco y el del humor, acercándose por momentos al melodrama cuando el mensaje de la apunta a las historias de vida de cada personaje, incluidos el médico y su enfermera. Con buenas actuaciones, los personajes están perfectamente perfilados con creatividad, Juan Palomino como Nafta Super es el actor adecuado para ese rol, Nico Vázquez demuestra lo que una buena dirección puede hacer con él, mientras que Diego Cremonesi como Ráfaga y Susana Varela como la Enfermera componen sólidamente sus personajes. El actor que se destaca es Lautaro Delgado componiendo a Lady Di, una travesti que se identifica con la Mujer Maravilla y que es el personaje que trasmite el trasfondo social con mayor intensidad. Un exigente desafío del que Delgado salió airoso al evitar los esteretotipos y los desbordes. Los amantes del cine de género disfrutarán totalmente de esta realización. Los cinéfilos podrán encontrar que por momentos pierde el ritmo aunque lo retoma rápidamente. Los espectadores de cine verán un filme entretenido para el que tendrán que estar predispuestos a creer "lo inverosímil". Y todos verán que Diego Capusotto cumplió las expectativas al interpretar al negociador, identificable con El Guasón, un personaje que sutilmente enriquece el mensaje al presentar la ambilencia de un mediador/delincuente. “Krytonita” es una buena película, y quizá sea el primer escalón que permita que el cine de género deje de ser una moda, no se circunscriba sólo al circuito de las producciones independientes y se instale sólidamente en el cine argentino.
Francia ocupada por el ejército nazi es el marco condicionante de una historia de amor, quizá verídica, que desarrolla la trama principal de esta película, con guión basado en la novela homónima de Irene Némirovsk. En 1940 una unidad bélica de ocupación llega a un pueblo francés y sus habitantes son obligados a alojar en sus casas a los soldados alemanes. Un joven oficial, Bruno von Falk (Matthias Schoenaerts), amante de las artes y en especial de la música, llega para alojarse a la casa de Madame Angellier (Kristin Scott Thomas), una de las mujeres más ricas del pueblo, que vive con su nuera Lucile (Michelle Williams), mientras su hijo está en el frente de batalla. Con un desarrollo argumental previsible el director Saul Dibb construye un clásico melodrama de amor imposible con el ingrediente de la guerra, y sus esfuerzos parecieran apuntar a que el espectador quede pendiente del destino final de la protagonista. Las subtramas no hacen hincapié en el conflicto bélico pero giran constantemente alrededor del tema de la ocupación y cómo es vivida de diferente manera por los habitantes del pueblo según su posición social y económica. La película muestra rápidamente situaciones de prejuzmientos, egoísmos, mentiras y desconcierto entre los franceses,y el guión instala la idea del "colaboracionismo" pero deja que el relato del espectador determine sus límites. ¿Colaborar o dejar hacer son la misma cosa? ¿Cuándo se debe reaccionar o ser sujeto pasivo en pos de la supervivencia? ¿Hay qué mentir aunque uno se traicione a sí mismo? El mensaje llega paulatinamente a medida que los personajes van develando sus subjetividades; el oficial posee una gran sensibilidad pero pertenece al ejército de ocupación, la mujer no tiene problemas económicos pero la sensibiliza el sufrimiento de sus compatriotas. Ambos son enemigos nominales, sus intereses son distintos, la atracción es mutua. Las actuaciones de la pareja protagónica son correctas, en el reparto se destacan Kristin Scott Thomas al componer a una suegra fría y más medida que calculadora, y Margot Robbie en su rol de una campesina que opta por transgredir las reglas de la guerra. El trabajo de los actores hace presumir una intensa labor de construcción de personaje y en algunas escenas puede percibirse un acercamiento a la técnica Strasberg, algo llamativo para actores europeos aunque en el elenco también hay americanos. Saúl Dibb manejó una buena producción con acertada ambientación y elección de locaciones, pero no recreó un guión tan lineal por lo que su película contiene varios tramos que adolecen de falta de agilidad. En mi opinión se trata de una película buena para el espectador amante del melodrama mientras que el cinéfilo podrá disfrutar de un buen manejo técnico-cinematográfico.
Sandra Gugliotta encaró la realización de una película de género alejándose un poco del cine de autor, y mucho más del Nuevo Cine Argentino, para acercarse al cine comercial. Quizá se deba a una evolución como cineasta o a los lineamientos de la empresa televisiva que participó en la producción, aunque también es posible que, en general, los cineastas del Nuevo Cine Argentino paulatinamente toman conciencia que no puede desarrollarse una carrera cinematográfica realizando únicamente películas que ganan muchos premios en festivales pero que no logran atraer a una cantidad aceptable de espectadores. Gugliotta también es autora del guión que cuenta la historia de un escritor (Pablo Echarri) que en su última obra literaria ha narrado con precisión detalles de un asesinato que ha ocurrido realmente, por lo que es acusado de haberlo cometido. Paralelamente su vida personal está sumergida en una aguda crisis con una relación matrimonial que ha dejado de funcionar, pese a los esfuerzos de su esposa (Mónica Antenópulos) para que eso no suceda, y la aparición de una enigmática mujer (Leticia Brédice), viuda de la víctima del asesinato, que se ha narrado en el cuestionado libro. El thriller comienza desde la primera escena, cuando el protagonista les enseña a sus alumnos los elementos básicos de una historia policial, y a partir allí la guionista da las pistas para que los espectadores puedan seguir la trama con el riesgo de que muchos puedan percibir el final anticipadamente. Quizá para evitar esto último es que las subtramas, sobre los celos, las “chicanas” judiciales y las relaciones concertadas por las redes sociales, estén poco elaboradas y coadyuven a un desarrollo complejo del filme. De todas maneras “Arrebato” es una película que entretiene al espectador. Pablo Echarri, Mónica Antenópulos y Gustavo Garzón tienen un buen desempeño actoral y logran dar credibilidad a sus personajes. También es buena la actuación de Claudio Tolcachir como el editor. Leticia Brédice repite sus habituales tips cinematográficos, y en los roles de reparto de destaca Guido D´Albo componiendo al juez. (Carlos Herrera).
Nicolás Savignone manifiesta que toda la película se realizó en base a improvisaciones en taller de actuación y que el trabajo fue transformándose de teatral en cinematográfico. Pero el resultado no muestra esa transformación. Las ideas de las tramas episódicas son buenas y evidentemente son la punta argumental para un ejercicio de actuación al que los actores debieron darle un desarrollo con palabras apelando a su propia creatividad, algo que se evidencia cuando en los títulos se nombra como guionistas a todos los integrantes del elenco. Y así fue como la película quedó como la filmación de un ejercicio de improvisación en un taller de teatro, porque los actores se respaldan sólo en las palabras sin mostrar casi ninguna acción cinematográfica. Cada episodio tiene buena estética que se empaña por la temblequeante operación de stedy cam cuyo abuso marea al espectador al intentar seguir las expresiones de los actores para reemplazar, con su ir y venir de un rostro a otro, al plano y contraplano. Las historias quedan abiertas al relato del espectador, que podrá inclinarse por lo cómico o lo misterioso de las tramas, o también por la identificación con alguno de los personajes. La película Los desechables con su acento puesto más en la estética y el intento de innovación que en contar una historia, quedó muy cercana a la mayoría de los cortometrajes de tesis.
Es grande la expectativa que despierta el estreno de una película en la que participa Ricardo Darín porque en la actualidad es uno de los tres actores más taquilleros del cine argentino, y su nombre también es importante en las marquesinas de España. El thriller “Séptimo”, coproducción argentino-española, donde Darín vuelve a interpretar a un abogado penalista, tuvo un ingrediente adicional para despertar el interés de los espectadores al estrenarse en una época en que los abogados e investigadores de casos policiales están presentes en la televisión argentina casi todo el tiempo dando “clases magistrales”, para que los argentinos hagan todo tipo de deducciones y suposiciones en el intento de esclarecer un crimen. Aunque hay que aclarar que esa coincidencia fue casual porque “Séptimo” comenzó a filmarse a fines del año 2012, y su rodaje duró 6 semana bajo la dirección del español Patxi Amezcua (“25 kilates”, 2009). El argumento Sebastián (Ricardo Darín) es un abogado que acaba de separarse de Delia (Belén Rueda), con la que mantiene una relación muy tirante ante el empeño de la mujer de regresar su patria, España, llevándose a los dos hijos de la pareja. Como todas las mañanas, Sebastián acude al departamento que compartía con su familia para llevar a sus hijos al colegio. El tiempo apremia, ha llegado tarde a buscar a los niños, y él debe acudir a una audiencia para asistir como letrado al mejor cliente del estudio jurídico en el que trabaja. Ante la insistencia de sus hijos, el padre accede a que ellos bajen por las escaleras mientras él lo hace por el ascensor, a pesar de que Delia les advirtió a los tres que no quiere que hagan ese “juego”. Cuando Sebastián llega a la planta baja sus hijos no están esperándolo, y aquí comienza la búsqueda y el desarrollo de la trama principal. La crítica Hay varias subtramas que al inicio del primer acto se entrelazan para dar sutiles indicios de lo que ha sucedido, por lo que los guionistas (Amezcua y Flah) corrieron el riesgo de que todo fuera previsible, aunque la sutileza fue tan extrema que si el espectador no estuvo lo suficientemente atento llega hasta el final de la historia con su relato a medio elaborar. Quizá esas sutilezas fueron las que jugaron en contra de la trama principal, porque para que fueran casi volátiles se recurrió a algunas situaciones poco creíbles y eso hace que el espectador, que en un primer momento trata de ponerse en la situación del protagonista, no logre identificarse del todo para finalmente centrar su interés en “descubrir a quién lo hizo para saber por qué lo hizo”. Si bien la película está bien filmada, tiene el ritmo y el estático estilo de los thrillers españoles, por lo que el cinéfilo argentino sentirá más de una vez la falta del dinamismo de una cámara en mano para acentuar alguna situación. Hay buenas actuaciones, pero si bien Darín hizo una buena labor con magníficas graduaciones en el estado de ánimo de su personaje, ya incorporó un estilo propio para este tipo de roles que lo sitúan actoralmente al borde del encasillamiento. Belén Rueda maneja muy bien la actuación cinematográfica y encontró la manera de trasmitir alternadamente la pasividad y la actividad de su personaje, manteniendo la unidad para no restarle carácter. Luis Ziembrowski, con una imagen un tanto cambiada, construyó de manera medida a su personaje del portero del edificio. Se destacan Osvaldo Santoro dándole fuerza a su enigmático rol de un policía retirado que ayuda en la investigación, y Guillermo Arengo por su soltura y seguridad interpretando a un colega del protagonista. Los fans de los thriller y los de Ricardo Darín disfrutarán de la historia de esta película tratando de descubrir lo que pasó y “cerrar el caso”, mientras que los cinéfilos argentinos apreciarán la música incidental e inductiva de Roque Baños pero notarán que a pesar de que la mayoría del staff es argentino, la película tiene una fuerte impronta del cine español. ¡De España vino su director!!!
La fuerte personalidad artística de Mercedes Sosa podría haber sido, paradojalmente, el gran inconveniente para plasmar su vida en una película. Rodrigo Vila, guionista y director de este filme, fue impulsado por Fabián Matus, hijo de Mercedes, para realizar este documental que tiene mucho de homenaje, pero muchísimo más de revelación de una mujer que a pesar de su fragilidad siempre fue fiel a sus convicciones populistas y por ellas luchó férrea e incansablemente desde los escenarios. En la pantalla puede verse un excelente material de archivo desde el cual la misma Mercedes, y muchos de sus célebres colegas y amigos, van describiendo situaciones que componen en el espectador la figura de la mujer que mediante sus canciones reclamaba al mundo el lugar que debe ocupar Latinoamérica. La personalidad de todo artista está compuesta por vida pública y vida privada, pero Vila y Matus se acercan a ambas con mucha discreción, no hay nada en este filme que Mercedes Sosa no haya querido contar sobre ella misma, y así transmite su intensa emoción al espectador cuando habla de sus maridos y su madre, cuenta sobre sus comienzos o narra las persecuciones políticas que sufrió. Es que la cantante que cautivaba a multitudes también causaba inquietud en algunos gobernantes, y el espectador percibe el desgarro que le causó estar amenazada de muerte y por ese motivo tener que padecer el exilio. Muy valiosos son los reportajes hechos por Fabián Matus a los amigos de Mercedes Sosa, así desfilan por la pantalla León Gieco, Pablo Milanés, Chico Buarque, Isabel Parra, Teresa Parodi, David Byrne, Milton Nascimento, Víctor Heredia, Julio Bocca y Juan David Nasio, aunque quizá el espectador se concentre más en los testimonios de los hermanos de la cantante o de su vecino, el de su nieta, y sobre todo el del impulsor de este homenaje, su hijo Fabián. El filme es interesante, con muchos datos pero muy ameno y describe a Mercedes Sosa de manera completa, tanto en su sensibilidad desde lo personal como en su grandeza artística desde los escenarios. (Carlos Herrera).
“El primer amor nunca se olvida” dice un refrán que fue tomado por muchos guionistas como base de elaboración de las historias de muchísimas películas eligiendo, la mayoría de las veces, los amores que quedaron truncos. Gisela Benenzon y Marcela Sluka escribieron el guión de “Cuando yo te vuelva a ver” siguiendo una idea original del actor y distribuidor Pascual Condito, con una historia de un primer amor que quedó trunco pero sus cenizas se reavivan después de treinta años. Benenzon y Sluka construyeron diálogos simples, claros y cotidianos para perfilar a los personajes como seres comunes y corrientes, sin ninguna particularidad, y la película fue dirigida por Rodolfo Durán. Sinopsis Paco (Manuel Callau) se ha radicado hace treinta años en España y regresa a la Argentina para apadrinar la boda de un amigo (Pascual Condito), y se aloja en la casa de Félix (Alejandro Awada), su hermano, quien vive con su hijo Pablo (Nicolás Condito), un joven que aspira ser director de cine. Margarita (Ana María Picchio) es una docente jubilada que para seguir en actividad atiende catering en fiestas privadas, junto a su amiga Ethel (Miriam Lanzoni), mientras trata de mejorar la relación con su hija Valeria (Malena Solda), quien embarazada por segunda vez atraviesa una crisis matrimonial. Él como padrino y ella como encargada del catering estarán en la fiesta de casamiento, pero no se cruzarán; algunos días después Paco, gracias a la vocación de cineasta de Pablo, descubrirá que Margarita estuvo muy cerca de él, y con la complicidad de Félix y Ethel buscará la forma de encontrarse con ella. Paco y Margarita se amaron, se separaron, y ahora se reencuentran después de tres décadas. Han cambiado, los rodean otras personas, la situación emocional de ambos transita una época inestable, habrá reproches, explicaciones, impulsos, negativas y secretos que se revelarán. Crítica Como se mencionó en un párrafo anterior el filme fue dirigido por Rodolfo Durán y comienza con un juego de situaciones paralelas para la pareja protagónica que resulta interesante y plantea la vida cotidiana y la situación emocional de ambos. Los diálogos son simples y sin pretensiosas sentencias, por lo que la película sigue un código cinematográfico hasta el reencuentro de los protagonistas y luego, repentinamente, toma un formato televisivo. No profundiza en sentimientos sino en reacciones a situaciones del pasado y continuamente pone en el relato del espectador el cuestionamiento del “¿por qué?” El elenco La segunda parte de la película está sostenida por las buenas actuaciones, si bien tanto Ana María Picchio como Manuel Callau recurren a algunos tips de televisión logran darle un sólido y convincente perfil cinematográfico a sus personajes. Malena Solda y Alejandro Awada demuestran su capacidad actoral, al igual que Nicolás Condito que película a película evidencia su incesante crecimiento profesional. Miriam Lanzani se destaca porque si bien su rol tiene algo de la gestual frivolidad de otros personajes que ha interpretado en cine, en esta oportunidad la actriz lo ha trabajado para darle los matices que evidencian lo que sucede en el interior de esa mujer que se acerca a la cuarta década. El espectador encontrará un drama romántico que lo entretendrá, sobre todo si se trata de personas de más de cuarenta años. El cinéfilo podrá observar que Rodolfo Durán, a pesar de ser docente de imagen y diseño, no se jugó demasiado en el desarrollo técnico del filme, ni se atuvo a los simbolismos y códigos para que la película tuviera un mensaje contundente.
Poco se conoce en detalle de la vida del Gral. Juan Domingo Perón en el exilio, salvo los relatos de quienes lo visitaron, por lo que si bien la trama de la película “Puerta de Hierro, el exilio de Perón” está basada en hechos históricos Víctor Laplace, junto al coguionista Leonel D’Agostino, se tomó ciertas licencias para poder encauzar cinematográficamente la narración de la historia. De esta manera queda en la pantalla un relato completamente desarrollado de la vida cotidiana del líder del Justicialismo en España que, si bien interesa y entretiene al espectador, está todo el tiempo en el límite del desborde por la sobrecarga de parlamentos discursivos y casi didácticos que se ponen en boca del protagonista, afortunadamente el ritmo siempre se retoma con el exacto armado de las escenas, tarea en la que Laplace, desde la dirección, evidencia su sólida trayectoria en la actuación que le permiten una excelente puesta de la imagen cinematográfica. El elenco Víctor Laplace, se pone en la piel de Juan Domingo Perón por cuarta vez, sin embargo siempre realizó “un Perón diferente” porque, como le declaró a éste cronista en ocasión de encontrarse en Pantalla Pinamar 2013, le ha tocado interpretarlo en distintas etapas de su vida. Es difícil para cualquier actor asumir un personaje que realmente existió y es evidente que Laplace en esta oportunidad elaboró su rol partiendo de la modificación de su timbre de voz y eso es lo que más impacta al espectador. Victoria Carreras, también hizo declaraciones al cronista respecto a los pocos elementos que encontró para componer su personaje, debido a que al realizar su investigación encontró que ha sido destruido casi por completo el material gráfico referente a Isabelita, por lo que para la pantalla elaboró una imagen más cercana a cuando la tercera esposa de Perón ejerció la Presidencia de la Argentina; de todas maneras la actriz logró una composición ajustada y muy creíble. Se destaca Javier Lombardo como Jorge Antonio y en pantalla se hace notar la fuerte personalidad actoral de Federico Luppi en su corto rol del Dr. Puigvert, el médico de Perón. Por la fuerza y el rechazo que causa su personaje el espectador aprecia la correcta labor de Fito Yanelli en el rol de López Rega. Una película sobre historia argentina Puede catalogarse a “Puerta de Hierro, el exilio de Perón” como un filme de historia argentina aunque su acción transcurra a 10.000 kilómetros de distancia de Buenos Aires. Se trata de una producción que entretiene al espectador y seguramente atrapará a los enrolados políticamente en la doctrina justicialista; por el contrario, no convencerá a quienes rechazan al movimiento peronista. Más allá de esas contraposiciones políticas el cinéfilo encontrará que se trata de una realización bien actuada, con un mensaje que se puede compartir o no, pero que es claro y preciso, además, que la factura técnica de todo el filme está bien realizada.
Esta película fue pensada para ser un telefilm, por lo que en su realización y su montaje resulta evidente un lenguaje más televisivo que cinematográfico. Esta particularidad también hace que en el desarrollo actoral el peso dramático esté depositado mayormente en uno de los protagonistas, en tanto al otro integrante se le dé fuerza de partenaire. En este caso es Patricio Contreras quien con su rol de Antonio asume la carga de la línea dramática, y no sólo lo hace con solvencia sino con un despliegue que hace intuir que sus propios aportes como intérprete fueron importantes en la construcción de su personaje. Aymará Rovera cumple su función de partenaire a la perfección al jugar sus situaciones con la medida precisa para que su personaje de Griselda jamás se desborde. Volviendo al tema del lenguaje televisivo, es obvio señalar que el resto de los personajes están en función del desarrollo dramático de los protagonistas por lo que se aprecia a los actores de los roles secundarios cumpliendo con el standard actoral de composición, seguramente marcados por Juan Pablo Méndez para que no contrarresten el “crecendo” de las situaciones. A lo largo de la proyección se encuentran escenas con un fondo musical que pasa de ser incidental a inductivo por lo que desborda las situaciones. Conclusión El espectador se sentirá atraídos por esta “road movie” porque la mayoría del público argentino está habituado al lenguaje de televisión para contar historias de amor y muerte. Los cinéfilos, alejados del lenguaje del telefilm, encontrarán que está película independiente adolece de falta de producción, aunque éste cronista conoce las dificultades de financiación que, a lo largo de mucho tiempo, tuvieron sus productores hasta que pudieron lograr su realización.