La vida, ese paréntesis
Hay ciertas temáticas (y películas) que de inmediato generan una reacción en el público. En ocasiones, las reacciones positivas se ven acompañadas por un buen trabajo en los distintos rubros de la realización; o puede suceder lo contrario, que la película provoque un rechazo instantáneo y que además la factura técnica deje mucho que desear. En cualquiera de estos casos, se torna fácil explicarle al potencial espectador la esencia de lo que se ve en la pantalla. Lo complicado viene cuando se está frente a un producto que a cada momento y hasta el final deja sensaciones ambiguas.
Cambio de planes es la típica película que pretende ofrecer un mensaje de vida y en ese camino fluctúa entre escenas de alto contenido emotivo con otras que recurren al golpe bajo, con una sumatoria de lugares comunes que a veces se hace demasiado cuesta arriba de llevar. No obstante, como historia sencilla y directa, cumple su cometido.
Manolo es un tipo cuarentón que sufre todas las crisis de la mediana edad: en el laburo, en el matrimonio, en su horizonte. Y a esa clase de personas, por supuesto que les hace falta un clic para que se den cuenta que la vida no es tan oscura y pasa por otro lado, que deben ver el vaso medio lleno y no medio vacío.
Entonces conoce en el hospital a un chico de 15 años llamado Antonio, que sufre de cáncer pero que tiene una energía y unas ganas que hace quedar chiquito al resto de los mortales. Ambos forjan una relación que va involucrando a varios personajes secundarios (algunos que bien podrían no haber aparecido), para llegar al punto de apogeo en una cena de Nochebuena.
El destino, esa palabra. Vale decir que este estreno, ópera prima como realizador y también como guionista de Paco Arango, es una producción española que cuenta con Diego Peretti (Manolo) como uno de los principales protagonistas. Y el título original de la película es Maktub, que en árabe significa algo así como “lo que está escrito”. Y estaba escrito que Antonio (en el trabajo más fresco, interpretado por Andoni Hernández) se tenía que cruzar en la vida de este hombre falto de incentivos para pegarle una cachetada y enseñarle a ser feliz.
Hay algo en Cambio de planes que no termina de convencer. Quizá sea el guion que va metiendo muchas cosas a medida que corren los minutos y que las cierra a los apurones; o tal vez lo forzado de algunos personajes (Jorge García, el grandote de Lost, tendría que haberse quedado en la isla); o que el resto del elenco alterne buenas y malas de acuerdo a la escena (Aitana Sánchez Gijón, Goya Toledo); probablemente todo eso junto.
Por lo general, no es conveniente incluir en el análisis de un filme cuáles fueron sus motivaciones, pero el hecho de que Arango lleve adelante una entidad que sostiene a chicos enfermos y a sus familiares, hace que las evidentes limitaciones de la película se minimicen en pos de la sinceridad y las ganas de contar una experiencia que tiene como base a la generosidad.