Me hace ilusión
Una película cuyo protagonista es un niño con cáncer en estado avanzado ya dice bastante sobre el tipo de historia con la que el público posiblemente se encuentre. El director Paco Arango, consciente de esto, decide tomar otro camino y, cual transformador, convierte lo negativo en positivo.
Consigue así un film con un propósito claro y preciso: fomentar el amor por la vida. Si bien no se aleja del sentimentalismo y el melodrama, la comedia aparece fresca y oportuna, en el balance justo para un tema delicado y muchas veces evitado.
Manolo (Diego Peretti) es un bancario y poco dedicado padre de familia. Su matrimonio con Beatriz (Aitana Sánchez-Gijón), a su vez, atraviesa una crisis que él no parece ver. Bailando en una fiesta Manolo se cae y se golpea la cabeza. La contusión le provoca alucinaciones y acude a realizarse los estudios respectivos. En la sala de espera conoce a Antonio (Andoni Hernández), un niño de catorce años que padece cáncer de médula. El humor, la rapidez y la elocuencia del joven seducen a Antonio instantáneamente, y entabla una tierna amistad con él. Las vidas de Antonio y su madre se cruzan enseguida con la de la familia de Manolo y será el personaje del niño el que movilice a cada uno, desde la acción, pero, principalmente, desde el sentimiento.
Como se dijo al comienzo, la historia de un niño con cáncer ya se presenta desde el vamos con una carga dramática importante y por eso la astucia del director reside en saber manejar ese sentido previo y saber desviarlo a los fines dramáticos del film. Si bien la fuerte presencia del tema elegido marca un camino, Arango se adueñó de una historia casi verídica (según sus palabras un 80% del film está basado en situaciones reales) y le dio un giro en el que la comedia familiar se cruza con ciertas vivencias ácidas que tiene la vida. De este modo, la conexión con el film no se produce desde la tristeza sino desde el más radical sentimiento de humanidad presente en cada persona.
Los actores, muchos de ellos españoles, están muy adecuados en sus roles y la película logra contarse con agilidad. Es una historia que puede conmover y hacer reír a grandes y chicos. Si se quiere ahondar un poco más, entre otros mensajes de optimismo y solidaridad, Cambio de planes (2012) es un film que no pretende ocultar cierta religiosidad. El aire místico que transmite está también allí para explicar por qué pasan algunas cosas. Y el film es, claramente, una invitación a dejarse transformar. Creer o reventar dicen algunos, pero aquí más vale creer.