Una fábula entre villancicos y raps
Manolo y Antonio se conocen de casualidad en un hospital, cuando ambos deben hacerse una tomografía. Manolo (Peretti) va por un golpe en la cabeza que él relaciona con inexplicables visiones de una desconocida mujer gorda. Antonio, un adolescente quinceañero, está allí por el control de rutina para su enfermedad incurable, pero rebosa vitalidad y sentido del humor. Esta sincronicidad (no casual ni azarosa según el titulo original de la película, “Maktub”) da pie a una relación de amistosa complicidad que se volverá esencial para ambos, donde la paradójica vitalidad del joven influirá sobre el cuarentón indiferente que, hasta el momento de conocerlo, se movía automáticamente entre su profesión y su distante vida familiar.
La relación entre Manolo y Antonio se irá profundizando hasta desembocar en una inolvidable cena de Nochebuena donde confluyen los enredos de todas las generaciones presentes. Jóvenes, adultos y personas mayores podrán identificarse, preocuparse, reírse y fundamentalmente entretenerse con las subtramas que convergen en torno de una desbordante mesa navideña y sus consecuencias.
El film está basado en la historia real de Antonio, un joven que Paco Arango, el director del film, conoció a través de la fundación donde trabaja ayudando a niños con cáncer en etapa terminal.
Cargada de emotividad, con situaciones fuertes, la película mantiene todo el tiempo el equilibrio entre la tensión dramática y los pasajes de humor que descomprimen y apartan la historia de la previsible tragedia.
Un cóctel eficaz
Al estilo de esas comedias de antaño “Cambio de planes” reconecta con una comicidad clásica, se mimetiza con las películas americanas de los cincuenta, particularmente con las de Frank Capra que contaban historias emotivas y familiares en las que triunfa la solidaridad y el humor a pesar de la negrura.
Todo en la película busca una integración de opuestos generacionales, estéticos y
genéricos en una suerte de ensalada que milagrosamente resulta eficaz: mezcla música de los años cincuenta con modernos raps, así como la ropa y los peinados que tienen los hijos de Manolo parecen de otra época frente al look callejero y actual de Andoni y su joven madre.
Paco Arango se permite mezclar géneros que van desde la comedia al melodrama con cierto matiz fantástico, como los ángeles o espíritus que bajo inesperadas formas aparecen para reorientar al protagonista, aunque él no lo sepa: la misteriosa enfermera y la ridícula gorda que provoca la caída inicial de Manolo funcionan en ese sentido.
El argumento es sumamente pueril pero entretenido y con ritmo, funciona más allá de alguna desprolijidad como el narrador inicial que luego no reaparecerá o que promocione un best seller de autoayuda con nombre y apellido.
Afortunadamente, la película sale airosa de sus muchos riesgos apoyándose sobre todo en un equipo de actores de gran calidad interpretativa, aun los secundarios en pequeños roles. Todos colaboran a condimentar un cóctel navideño gratificante como un tónico en medio de la desesperanza, aunque sólo logra su efecto con la condición de entregarse incondicionalmente al almibarado corazón de una historia optimista y naif.