Cuestiones del destino
Manolo (Diego Peretti) vive casi por inercia. Desde la primera escena se nota que no es feliz. Está casado con Bea (Aitana Sánchez Gijón) y tiene dos hijos, pero su vida está demasiado lejos del ideal: su mujer tiene un amante (algo que él desconoce), su hijo mayor lo detesta, su madre es insoportable, y él se siente inconforme con su trabajo de bancario.
En una fiesta a la que concurre a regañadientes sufre un accidente, se golpea la cabeza, y a partir de allí comienza a tener una extraña alucinación. Por eso debe realizarse una tomografía, aunque nunca llega a hacerla, ya que en la sala de espera conoce a Antonio (excelente trabajo de Andoni Hernández), un chico con cáncer de médula y una personalidad arrolladora.
El encuentro, en apariencia fortuito entre Manolo y Antonio es la clave de esta película, que no para de caer en lugares comunes. Transcurre en época navideña, algo que ya indica bastante. Antonio no tiene padre, y su mamá está desbordada po la enfermedad y el trabajo. Justamente por esa falta, se apega a Manolo de inmediato, algo que no le molesta a él, aunque sí empieza a afectar aún más a su familia.
El problema de la película es su tono lacrimógeno, y las resoluciones facilistas a todos los conflictos. Como en un capítulo de una sitcom, cuestiones profundas de los personajes se resuelven gracias a la luz que emana Antonio, en cuestión de minutos. Padres, hijos, esposos, y hasta extraños, se aman como nunca, con una espontaneidad inexplicable. Así, el mensaje parece ser que, en comparación con una muerte prematura e inminente, cualquier inconveniente personal tiene la dimensión de un garbanzo.
La película está bien realizada, pero se desperdicia por este tono facilista sobre un tema tan complejo y doloroso. También son algo forzados los elementos “mágicos” que no están más a tono con la cuestión de la enfermedad de Antonio. Lo más valioso de toda la película es la interpretación que hace Hernández de su personaje, basado en un chico real, que, a pesar de encontrarse frente a la muerte, mantiene una actitud optimista y desfachatada con la vida.
Es recomendable quedarse a ver los créditos finales, no sólo allí se ven imágenes del chico que inspiró la historia, sino que hay una escena extra.