Para el resultado de esta muy buena película fue necesaria la unión de muchos talentos. El de la directora Inés Barrionuevo (Julia y el zorro, Atlántida), el impecable equipo técnico, con Constanza Sandoval como directora de fotografía y María Eugenia Suerio como directora de arte, que amalgamaron su visión para este retrato de crecimiento de una adolescente. Camila pierde su mundo de pertenencia y se ve obligada habitar un ámbito hostil donde lo menos que le dicen es “feminazi” y la obligan a ocultar su pañuelo verde que siempre llevaba atado a su mochila. En el libro escrito por la directora y Andrés Aloi interesa tanto el recorrido como los climas de ensueño y realidad que logra la realizadora, la paleta de colores de cada situación, los momentos de libertad con situaciones muy logradas, la brutalidad machista amenazante. Pero también esa frescura, amasada en la potencia y la fragilidad al mismo tiempo, lograda por la atención puesta en la actuación, con una protagonista brillante como Nina Dziembrowski ( hija de Luis Ziembroski) muy bien acompañada por Laura Daniela Visconti, Federico Sack, Diego Sánchez y Mite Valero. Las tensiones y avatares de un camino de derroche de deseo e impotencia, con un final conmovedor.