Realizada con extremo realismo visual y artístico, en su meticulosa combinación entre animación 3D y escenarios naturales rodados en vivo, Caminando con dinosaurios ofrece una asombrosa reproducción de la vida salvaje en nuestro planeta millones de años atrás. Hasta aquí sus valores incuestionables, en lo que hace a todo el resto de la propuesta, este film de Barry Cook y Neil Nightingale produce una sensación muy semejante a la que despertó en su momento Dinosaurio de los estudios Disney, cuya extraordinaria introducción audiovisual sin diálogos de diez minutos, recorriendo el derrotero de un huevo del cual saldría el protagonista de la película, era arruinada cuando los personajes se humanizaban y empezaban a hablar. Lo que sucede en Caminando con dinosaurios es similar aunque aquí los personajes no hablen, ya que mantienen sus características salvajes y sus hábitos recreados, incluyendo chillidos y sonidos guturales naturales. Sin embargo, todo esto queda desdibujado ante el insufrible relato del locutor, presuntamente gracioso, y las voces que les adjudican a los principales criaturas, que brotan como si fueran pensamientos audibles.
La trama contiene forzadas alternativas amorosas entre animalitos en desarrollo, pero eso molestaría menos si el film, tal como está -es bastante explícito y entendible-, fuera despojado del relato y las voces. Da la impresión, aunque probablemente no sea así, que los productores temieron por la asistencia infantil y agregaron todo eso, innecesaria y gratuitamente. Sólo los apuntes educativos acerca de los extintos animales resultan oportunos.