Una de las primeras cosas que se me vienen a la cabeza luego de ver Walking with Dinosaurs es que, quitándole el pesado e infantil diálogo y el arco narrativo, el resultado es digno de una película de tarde de la señal Disney Channel, lo cual es desconcertante, ya que los directores tienen pedigree de sobra. Por un lado, Barry Cook co-dirigió la excelente Mulan y estuvo en el departamento técnico de otras películas del estudio, mientras que Neil Nighttingale es el creador directivo de la BBC Earth, rama del canal inglés que se dedica a construir films naturalistas de gran calidad. El problema que tienen los directores es querer insuflarle a un documental de 1999 -narrado por nada más y nada menos que Kenneth Branagh- un aire hollywoodense, ávidos de una recaudación cuantiosa, acechando cual dinosaurios carnívoros a aquellos jovencitos que gustan de los lagartos gigantes. Desafortunadamente, el sector demográfico que logran captar con su propuesta es uno muy pequeño, el de los infantes de 3 a 8 años y no más, ya que durante la función de prensa hubo varias caras de aburrimiento y resoplidos por parte de los más grandecitos, y eso que su duración es de apenas 87 minutos.
La mayor problemática de Walking with Dinosaurs no es su infraestructura. La animación es excelente y, por lejos, uno de los grandes alicientes para darle una oportunidad en el cine, así como también al sistema 3D que utiliza. Texturas ricas y llamativas, casi palpables, hace años que no se ve calidad similar. Si a esto se le suman los bellos paisajes naturales de Nueva Zelanda y Alaska, el resultado es visualmente impactante y sobrecogedor. Los peros se apilan a la hora de mirar la historia y sus personajes. El guión de John Collee -quien ya trabajó con historias infantiles en Happy Feet- se salda con una trama previsible y carente de contenido hasta para los más chicos. Su simplismo es tan abrumadoramente chato que a la media hora ya está perdiendo humos rápidamente. Las voces de conocidas estrellas como John Leguizamo y Justin Long se pierden en el doblaje neutro latino, pero igualmente es de agradecer la fuerza que le otorga a la historia los comentarios del hilarante pájaro Alex.
Otro detalle que podría distraer a la pequeña platea son el uso de razas desconocidas para el público. Uno esperaría que los personajes principales sean triceratops antes que paquironosaurios, o T-Rexes antes que gorgosaurios. No está nada mal presentar otro período histórico, ni una variedad fresca de dinos, pero el uso infantil de secuencias en las que se describe a los personajes en pantalla es como mínimo polarizante -si es carnívoro es malo, si es herbívoro es bueno, si es omnívoro es tonto-.
Mientras esperamos el estreno de Jurassic World en 2015, volver a ver dinosaurios en la pantalla grande bien valdría la entrada de Walking with Dinosaurs. Su animación es perfecta, pero su pobreza argumental arruina completamente lo que podría haber sido un magnífico documental.