Pesos pesados pero con poca gracia
Caminando con dinosaurios muestra las enormes posibilidades que la tecnología le ha dado al cine para recrear universos y criaturas. Pero al mismo tiempo es la prueba más contundente de que el cine no se trata de tecnología mayormente. Al ver los dinosaurios creados para este film, no hay duda de que se observa un nivel de precisión asombroso en muchos aspectos.
Pero al mismo tiempo estos dinosaurios carecen de cualquier encanto o belleza artística. Son falsos, como lo es el guión y la película en su conjunto. Como documental para televisión –ficción que muestra cómo podrían haberse visto los dinosaurios en realidad– podría ser interesante en sus imágenes, pero una cosa es la pantalla del televisor y otra muy diferente la del cine. La película se basa en la serie de televisión que hace unos 15 años pudo haber tenido un impacto mayor al que tiene esta película. El programa de televisión fue tan exitoso como polémico. Su popularidad no impidió que los paleontólogos lo detestaran. Acá las cosas van más allá y más que polémica hay ridiculez. Pero no una ridiculez en un sentido creativo, sino en la forma en que todo ocupa un lugar que supera incluso el lugar común. Los diálogos, como se podrá imaginar, no suman mucha seriedad al relato y el estilo liviano e infantil (lo que no significa que los chicos disfruten, claro) produce más vergüenza ajena que simpatía. Lejos, muy lejos, está Jurassic Park de Steven Spielberg, una película que lograba darles a los dinosaurios una presencia más impactante. Un pequeño dinosaurio pasa de ser una criatura indefensa a ser el líder de la manada, pero este círculo de la vida está tan tamizado por la personalización de los dinosaurios que pierde todo su buscado efecto natural y se acerca más a una bajada de línea. Los admiradores de Jurassic Park, hay que decirlo, igual tendrán una pequeña sorpresa.