Matt Scudder es un ex policía que ha sido separado de la fuerza por asesinar por error a una nena en un tiroteo con delincuentes latinos (¿de donde sino?). Sí, a los latinos también los ejecutó, a uno de ellos fríamente, pero claro que eso no tiene importancia, el problema es que mató a una pequeña inocente con el agravante de tener unas copas encima.
Caminando sobre tumbas es la historia de redención de este policía alcohólico que, convertido en detective privado, resolverá con métodos “poco convencionales” una serie de asesinatos a mujeres de narcotraficantes llevadas a cabo por unos psicópatas perversos. De manera algo obvia, el film va llevando a nuestro protagonista ante el “caso final”, el que en última instancia lo redime del asesinato de la niña, en donde le salvará la vida a la pequeña hija de un millonario narcotraficante.
El film repite ciertos tópicos de un extendido cine derechista de la industria hollywoodense: la necesidad de la intervención de una fuerza externa al Estado que en palabras del director Scott Frank en una entrevista de promoción del film: “No siempre trabaja dentro de la ley pero siempre imparte justicia” Aclaremos, en el camino de su redención, a Matt no le tiembla el pulso para asesinar malhechores e incluso para entregarle en bandeja a los asesinos, al narco esposo de una de las mujeres muertas por ellos, para que los torture y efectúe su venganza. Convengamos que es una idea algo cuestionable de la impartición de justicia.
No le exigimos al film que nos entregue personajes íntegros moralmente, al contrario, la tradición del mejor cine policial norteamericano de los ’50 y ’60 ha construido decenas de antihéroes, con conflictos morales profundos, donde era difícil establecer ideas cerradas y absolutas sobre el bien y el mal. El problema de esta película es que además nos quiere aleccionar. La redención de nuestro protagonista quiere transformarse en moraleja y para esto recurre a una vil manipulación. Un montaje paralelo final (muy básico y evidentemente tomado de la famosa escena del bautismo de El Padrino) donde la voz en off de las lecciones del taller de alcohólicos anónimos donde acude Matt (con excesivas referencias católicas) se combina con el rescate de la niña secuestrada, subrayando, por si quedaba alguna duda, el sentido reaccionario de todo lo que estamos viendo.
Nuevamente, el cine mainstream de Hollywood sigue mostrándose en decadencia. La necesidad de una política de Estado que pueda contrarrestar la presencia de estos films en las salas y la construcción de una crítica cinematográfica que, en vez de lamentarse por qué el INCAA financia demasiadas películas, problematice cuáles son los films que copan nuestras pantallas, se hace evidente.