No se sabe bien cómo ni cuándo exactamente Liam Neeson pasó a convertirse en el atípico nuevo héroe de acción (se sospecha que buena parte de la culpa es de Luc Besson, al producir Taken allá por el año 2008), pero lo cierto es que el otrora protagonista de dramas como Los Miserables (1998, Bille August) y La Lista de Schindler (1993, Steven Spielberg) es hoy sinónimo de disparos, explosiones y venganzas. También, claro, es sinónimo de sobriedad y excelentes actuaciones, lo cual le juega a favor en la comparación frente a otras estrellas del género.
Caminando entre tumbas es otro vehículo difícilmente imaginado para otra figura del cine, pero difiere de la última parte de la filmografía del actor en varios puntos. En primer lugar, está basado en el bestseller homónimo de Lawrence Block, y en segundo lugar se trata, en rigor, no de una historia de acción sino más bien de un thriller detectivesco con estructura clásica. Esto último, tan común quizás ya treinta años atrás, es hoy un bienvenido regreso a las fuentes de un género capaz de entregar excelentes historias y momentos cinematográficos. El clasicismo al cual apunta este film de Scott Frank no es una anacronía sino una sabia decisión en términos de estética y narrativa. Que la historia sea lineal implica una mayor concentración por parte del espectador, mal acostumbrado a idas y vueltas con flashbacks en el tiempo que, por lo general, sobreexplican todo.
No es que Caminando entre tumbas posea justamente un argumento demasiado complejo, y ahí radica lo inteligente de la decisión del director: Liam Neeson encarna a un detective retirado de la Fuerza Policial, hoy independiente, que actúa bajo sus propios códigos, tomando sólo aquellos casos que considera relevantes. Uno de estos casos golpea su puerta (o, mejor dicho, lo busca entre copas y bares) cuando una mujer aparece asesinada, en lo que parecería ser un caso de venganza mezclado con narcotráfico. El crimen parece esconder algo más, y allí entrará en acción la labor del protagonista por desentremarlo.
El personaje de Matt Scudder viene de la literatura como un ser atormentado por su pasado, y así lo interpreta hábilmente Neeson en un rol que le queda cómodo pero, afortunadamente, no parece fastidiarle. Caminando... no presenta situaciones demasiado originales ni arriesgadas, pero las que esboza lo hace desde la corrección y profesionalismo de un producto sencillo, poco arriesgado, pero muy profesional y prolijo desde donde se lo mire. No hay exageraciones, no hay absurdos hollywoodenses, y no hay promesas de una secuela tampoco, y a veces eso es más que suficiente para acercarse a una película sin mayores pretensiones que la de convertirse en un producto digno, aunque por cierto para nada inolvidable.