Los miserables
Asentado hace rato como héroe de acción, Liam Neeson vuelve a ponerse el traje de salvador en Caminando entre Tumbas (A Walk Among the Tombstones) la segunda película como director de Scott Frank, versátil guionista de una veintena de películas entre las cuales figuran como más destacadas Minority Report: Sentencia Previa (Minority Report), El Nombre del Juego (Get Shorty) y Marley y Yo (Marley & Me).
Matt Scudder (Neeson) es un ex policía que luego de un violento y confuso episodio mezclado con el alcohol renuncia a las fuerzas de seguridad para ahora hacer las veces de detective privado. Como no tiene licencia para ejercer él se define como un tipo que le hace favores a la gente a cambio de regalos. Cuando la mujer del traficante Kenny Kristo (Dan Stevens) es secuestrada y brutalmente asesinada a pesar de haber realizado el pago del rescate, Kenny decide “regalarle” a Scudder unos cuantos dólares para que le haga el “favor” de encontrar a los miserables que cometieron semejante atrosidad y así poder vengar la muerte de su esposa.
Acá el actor irlandés se corre de ese diablo (gran definición del amigo Ulises Picoli en la crítica de El Líder) de voz ronca capaz de todo para reconvertirse en uno evolucionado, más pensante, que sabe más por viejo que por demonio. No hay en Caminando entre Tumbas las coreográficas escenas de acción que encarnó Bryan Mills en la gloriosa obra del francés Pierre Morel llamada Búsqueda Implacable. Lo que sí, tendremos al bueno de Liam escuchando grabaciones y hablando por teléfono con ese tono amanso que ya ha quedado tallado en nuestros oídos cinéfilos para siempre. Además Nesson interpreta a un detective con la sapienza, sagacidad, oscuridad y agudeza que sólo él podría hacer. Scott Frank talló un personaje a su medida y el crack de 62 años lo explota a la perfección.
Liam Neeson se corre de ese demonio de voz ronca capaz de todo para reconvertirse en uno evolucionado, más pensante.
Se podría afirmar sin ser un erudito en la historia del cine que Caminando entre Tumbas posee no pocas referencias de Harry, el Sucio, Búsqueda Implacable, 8mm, extractos de los mejores film noir con las figuras de Marlowe o Spade e incluso aún más pero la cuestión es que Frank conforma de todos esos complementos una película cuya solides y homogeneidad resulta altamente llamativa. Las locaciones alejadas de las luces y los rascacielos de Nueva York, la construcción del anti héroe y los villanos, la áspera violencia, las no pocas escenas moderadamente sangrientas y el tono sombrío y tensionante sin disparidades mantenido a lo largo de la cinta son algunas de las identidades propias que forja Frank para convertir a su nuevo opus en una de las más agradables sorpresas de este año.