Cosa de hombres
A no equivocarse, no se trata de la tercera parte de Búsqueda implacable a pesar de que la protagonice Liam Neeson y su derrotero de violencia y venganza – en este caso contratado por terceros- sea parecido, con unos villanos tan perversos que la empatía para que sufran las peores torturas se encuentra justificada desde el primer minuto.
La diferencia entre aquellas películas de venganza de un padre y la que nos compete, donde la venganza colectiva se terceriza, es el tono y registro cinematográfico empleado por el director Scott Frank, quien se ajusta a los cánones del policial hardcore, algo bastante inusual en Hollywood, para explotar a fondo la construcción de personajes condenados por sus pecados y en fase de redención.
Caminando entre tumbas es una novela de Lawrence Block con las características propias del policial negro en una Nueva York atravesada de corrupción policial, drogas, narcos y todo tipo de delincuencia que parece no tener límite. En medio de ese mundo oscuro y degradado, nuestro héroe (o antihéroe según como se lo mire) Matt Scudder (Liam Neeson) intenta huir de un pasado tortuoso que lo dejó fuera de la policía y ahora en el presente de la historia brinda servicios de detective por cuenta propia, siempre haciendo gala de sus métodos poco ortodoxos para resolver los problemas de sus clientes.
Sin embargo, la nueva misión implica unos pequeños ajustes en cuanto a la nómina, dado que quien contrata sus servicios es un narcotraficante. Su pareja fue secuestrada, torturada y asesinada pese a haber pagado un rescate a los captores para que la liberaran. El grado de saña empleado en ella provoca en la víctima la desesperación por vengar tan injusta y cruel muerte y allí es donde nuestro antihéroe entra en acción.
El ritmo sostenido y la metódica puesta en escena son cualidades poco novedosas en este tipo de propuestas, pero al contar con Liam Neeson en un papel hecho a su medida, tanto desde lo físico como en lo psicológico, el combo cierra un producto digno de consumirse. Tampoco hay un exceso morboso de la violencia gráfica sino más bien un cúmulo de detalles para caracterizar la conducta perversa de los hombres y una llamativa misoginia detrás.
Caminando entre tumbas es un policial duro que apela a la dialéctica de los infiernos personales y la búsqueda desesperada de redención, en un mundo decadente y tan oscuro como el alma de los hombres que lo habitan.