Scott Frank vuelve al thriller oscuro, ese que maneja con mayor soltura (porque en el género comedia no ha entregado nada que valga la pena aún) luego de finalizada su colaboración en el guión de "The Wolverine" (recordemos que ha sido responsable de la adaptación de "Minority Report" también) con otra adaptación, en este caso, del bestseller de Lawrence Block, "A walk among the tombstones" (dato a tener en cuenta, hay 17 novelas sobre sus andanzas).
Para garantizar un producto atractivo, los productores tentaron a uno de los actores maduros que mejor factura cuando hablamos de thrillers violentos, el irlandés Liam Neeson. Difícil en estos días despegarlo de sus roles en "Taken" (la tercera parte se estrena a fines de enero) y "Non Stop", aquí lo veremos en un trabajo no muy lejano a esos perfiles. Policía retirado, responsable, honesto, eficiente en lo suyo, con problemas de adicción (es alcohólico aunque hace unos años que está sobrio) que es invitado a resolver un crimen por un narcotraficante del lugar.
Matt (Neeson) es un ex oficial de policía que fuera de servicio tuvo un incidente que lo alejó de la fuerza y ahora trabaja como detective sin licencia para poder sobrevivir. Sin familia ni amigos, sólo se dedica a "ayudar gente" y "recibir regalos" por ello. Una noche es llevado ante un dealer de nombre Kenny (Dan Stevens) a quien le secuestraron la esposa y luego de pagar el rescate, los captores la devolvieron muerta y mutilada en varias bolsas. El quiere venganza y Matt, aunque reacio al principio de ayudarlo (es un hombre de moral), pronto descubrirá que hay una compleja red de relaciones detrás del crimen y se dispondrá a resolver la cuestión.
"Caminando entre las tumbas" es un relato convencional, oscuro, regado con algo de sangre y que se inscribe dentro de los roles de justiciero / vigilante, que habitualmente viene eligiendo Neeson para sus cintas. El guión no ofrece demasiadas sorpresas (ninguna) y el despliegue de la trama es lento y sin tensión. Frank situa a su protagonista en una posición rígida, plana y le quita profundidad de conflicto a su via crucis.
Por otra parte, los victimarios (David Harbour y Adam David Thomas) tampoco se apartan mucho de su libreto y no crean el contrajuego necesario para tener al espectador aferrado a su butaca. Hay una intencionalidad de trabajar más el clima (instalado en los días previos al Y2K de 1999) en detrimento de las historias que llevaron a cada personaje a jugar ese juego de esa forma y no de otra.
Por ende, "A walk among the tombstones" se transforma en un policia negro más, sin mayor relieve y con apenas las condiciones mínimas para pasar el rato, sin mayores expectativas. Esperábamos más.