Camino a Estambul, el debut detrás de cámara de Russel Crowe.
Un Australiano, padre de familia, pierde a sus tres hijos en la batalla de Gallipoli, y posteriormente queda viudo tras el suicidio de su mujer. Conmovido y desesperado, se lanza en una misión a Turquía, en un esfuerzo por encontrar el cuerpo de sus hijos y devolverlos a su pueblo natal para ser enterrados en suelo santo, tal cual el deseo de su ahora difunta esposa.
La película marca el debut de Russell Crowe como director, uno de los actores más sobrestimados de la industria, si se me permite esa observación. Y la misma cara de nada con la que compone sus personajes, se refleja en la actitud con la cual encara la dirección de este film, que carece de toda emotividad, a pesar de estar pensado y filmado como un gran melodrama de época.
En los primeros diez o quince minutos de la película, Crowe avanza y retrocede en el tiempo, permitiéndonos enterarnos de todos los aspectos importantes de la trama, pero la falta de sutileza en la elección de los fragmentos a contar, hacen que el resto del relato se desarrolle de forma absolutamente previsible.
Aun habiendo sido filmada en Australia, la obra no escapa a los clichés del cine que tanta carrera le dio a Russell Crowe, haciendo que los personajes se sientan banales y poco convincentes. La contraparte femenina acompaña al actor en la inexpresividad, y el niño, agregado acá solo para reforzar la empatía con el espectador, dista mucho de los personajes del neorrealismo italiano, que sabían aportarle un gran toque de realidad y desesperación a la posguerra.
Los diálogos y las escenas del padre “sintiendo” la presencia y los actos de sus hijos son muy básicos, y no hay nada en la trama que ayude al espectador a tener una mejor referencia sobre como interpretarlos, situación que, nuevamente, se volvería mas convincente si el protagonista (el actor, o sea) tuviese la capacidad de demostrar otra emoción que el enojo.
Camino a Estambul es una película que retoma la vieja premisa de la familia destruida por la guerra y que busca redención, pero con un guión y una puesta en escena muy básica, que no logran darle la conexión necesaria para que el espectador logre sumergirse de lleno en el enfoque dramático del tema