Fantasmas de la guerra
En el ambiente del cine hay cambios constantemente: directores que se vuelven productores, productores que se vuelven directores, directores que se vuelven actores y actores que se vuelven directores. Este último caso nos ha dado ciertas alegrías en los últimos años como con el destape de Ben Affleck como realizador y ahora le ha llegado la hora de probar suerte al neozelandés Russell Crowe.
The Water Diviner (Camino a Estambul) nos posiciona en la búsqueda de un padre australiano por sus tres hijos presuntamente muertos en la batalla de Gallipoli sucedida en 1915, en la península turca que lleva el mismo nombre, durante la Primera Guerra Mundial.
Lejos de tener alguna relación o similitud con la ochentosa ¨Gallipoli¨ protagonizada por Mel Gibson, Camino a Estambul nos ubica como espectadores cómplices de una búsqueda desesperada por parte del personaje que el mismo Russell Crowe interpreta al retratar a un padre que siente haberse quedado solo en el mundo. El factor dramático del film es bien combinado con crudas escenas, dignas de cualquier film bélico actual, y aunque las mismas lejos están de ser el eje de la historia, sintetizan de buena manera el factor histórico desencadenante detrás del argumento principal.
Si algo hay que reprocharle a Crowe en esta, su primera incursión como director, son las varias libertades artísticas tomadas durante la creación de ciertos planos, que lejos de convencer y dejar una marca diferencial de estilo, generan cierto desconcierto y extrañeza al no ser las correctas para los tiempos y la historia relatada. Con esto hago referencia a algunos planos desvirtuados en postproducción y ralentizaciones innecesarias entre otras cosas.
Aun con estas libertades, que pueden ser tomadas como errores conceptuales, la labor que Crowe demuestra en esta ópera prima decanta un correcto uso de la narrativa y del trabajo de cámaras, no sin caer en algunos errores de continuidad típicos de un primer trabajo, los cuales naturalmente son de lo más comprensibles.
Por otra parte su labor como protagonista del film no defrauda y nos devuelve a un Crowe fresco y con un buen manejo dramático, que sin ser extraordinario cumple con las expectativas.
Lo más llamativo de esta producción tal vez sean sus decorados naturales y por sobre todo la llamativa fotografía llevada a cabo por Andrew Lesnie (la trilogía Lord of the Ring, I Am Legend) quien falleció recientemente en el pasado mes de abril a los 59 años de edad y cual su último trabajo fue en esta película. En este caso Lesnie nos brinda un espectáculo desbordante de colores primarios saturados, combinados con una paleta de color repleta de ocres en referencia al paisaje desértico referente al film. Esta ha sido una arriesgada decisión que no parece de lo más acertada por su tan marcada saturación que nos recuerda a las viejas cintas en Technicolor, pero aun así consigue dejar su marca y logra acompañar al resto de la película.
Camino a Estambul es una producción llamativa por tanto detalles técnicos como por ser la primera incursión de un lado y un último trabajo del otro, de dos reconocidos referentes de la industria. Con todos estos factores termina siendo una cinta agradable de ver, que puede no llegar a ser del gusto de todo el público debido a su tempo un tanto rezagado, pero que cumple con la cuota de entretenimiento y emotividad que cualquiera esperaría de ella.