Camino a La Paz (Francisco Varone) es, simplemente, una road movie con dos personajes diferentes llevados a una mutua comprensión, algo así como Un cuento chino (2011, Sebastián Borensztein) en la ruta, cambiando aquí a un joven chino por un anciano musulmán. Funciona como divertimento sentimental, ayudado por la eficacia de Rodrigo de la Serna y Ernesto Suárez, con algunos chistes mejores que otros y las circunstancias que atraviesan los protagonistas casi siempre creíbles. Cuando se estrene, el debutante Varone conseguirá, probablemente, una buena respuesta del público, pero lo que propone huele mucho a costumbrismo televisivo, a concesión. No necesariamente debe exigírsele originalidad, pero se extraña en Camino a La Paz algo de vuelo, de amor por el cine.