Curiosa historia: un remisero con problemas de pareja y económicos -ambos ligados- es contratado por un cliente asiduo para un viaje a La Paz, Bolivia. El cliente es de creencia islámica, sufí -algo importante para este caso; el hombre es un treintañero como muchos. El camino es en parte una serie de discusiones y, como cualquier road movie, una serie de peripecias que va creando un vínculo entre dos seres opuestos. La virtud del film es no apartarse ni de sus criaturas ni de su premisa, y dejar que todo fluya.