Al mexicano Guillermo Arriaga le gustan las historias corales, que avanzan paralelas y a veces se cruzan. Ya lo demostró como guionista en “Amores perros”, “21 gramos” y “Babel”. Ahora, en su primer largometraje como director, repite el esquema con una cantidad de personajes que se las traen, todos transitados por la soledad y la culpa. Sylvia (Ch. Theron), trabaja como maitre en un restaurante de Portland y utiliza el sexo como bálsamo. El arribo de un extraño que proviene de México, la enfrentará con el pasado. Tiene una hija de 14 años que ha ignorado hasta ahora, cuyo padre agoniza del otro lado de la frontera y quiere verla. No lejos de allí, Gina (K. Basinger), casada, con varios hijos, apenas curada de un cáncer de mama, mantiene relaciones con un desconocido en un remolque, en pleno desierto. Su hija adolescente, entablará un vínculo difícil con un joven mexicano en la ciudad fronteriza de Las Cruces y descubrirá el secreto que oculta su madre. Un accidente aéreo en la zona posibilitará el acercamiento de dos personajes que han quedado a la deriva, tras la tragedia. Arriaga, una vez más, trabaja en torno de soledades y choque de culturas. Las mujeres se muestran hambrientas de ese amor que tarda en llegar. A los hombres no les va mejor. La acción se desarrolla en pueblos fronterizos y rutas solitarias. Sobre el final, entre tanta desesperación, palpita la leve lucecita de una esperanza. Las ganas de recuperar la identidad perdida y volver a empezar. Toda una tarea. Dramáticamente, el film es muy rico, cargado de criaturas y situaciones que conmueven. Todo está trabajado muy a fondo.