Un trailer en el medio del desierto de Nuevo México es la metáfora que Guillermo Arriaga elige para hablar del amor. Es allí donde un hombre y una mujer encuentran la paz para amarse, y la muerte también, cuando el fuego los une para siempre, sin resquicio para sus respectivas familias. Las mismas que se enfrentan por la memoria de aquellos y porque el hijo de él ha posado la vista sobre la hija de ella. A ese marco de extrema tensión se suma otra mujer que hace de su libertad una tortuosa experiencia. Con un pulso que pendula entre el thriller y el relato rosa, inyecciones de violencia explícita y de la otra, y un trabajo de edición sin fisuras entre los relatos presente y pretérito, el filme hace pie en la sólida actuación de las tres protagonistas y atrapa gracias a la sensación agridulce de contemplar las zonas grises del amor.