Es el pasado que vuelve
Cómo influye la muerte de un ser cercano, o por culpa de uno de los protagonistas, ya es una marca de registro de los guiones de Guillermo Arriaga. El mexicano debuta como realizador contando tres historias en paralelo, que en algún momento se enlazarán, pero no de la manera que sucedía en los filmes que guionó para Alejandro González Iñárritu (Amores perros, 21 gramos y Babel).
El espacio y el tiempo son como encrucijadas para Arriaga, que ama las historias corales, aunque las de Camino a la redención tienen una vuelta de tuerca que conviene que sea descubierta por el espectador ya en el cine.
Si los personajes femeninos eran determinantes en buena parte de las tramas de aquellas películas, en ésta, que compitió en Venecia 08, lo son más aún. Por un lado, Sylvia (Charlize Theron) accede a llevar a su cama en Portland a cualquier hombre que se le cruce, pero está como ida, sin querer comprometerse. Algo similar le sucede a Gina (Kim Basinger), que en Nuevo México engaña a su esposo camionero con un fogoso mexicano, pero su hija adolescente la descubre. El tercer personaje que entra en juego es otra hija, la de un mexicano que ve cómo su padre se estrella con su avión fumigador.
Camino a la redención posa su mirada sobre estas tres mujeres más que sobre los personajes masculinos -que los hay, y muchos, aunque casi sin matices- y se sitúa en el borde de la calificación moralista. El público atento advertirá la relación entre las historias, que suceden en tiempos y espacios distintos, y que convertirán a este rompecabezas en un tratado sobre la indulgencia, el dolor y el arrepentimiento.
La película arranca con el final de una de esas tres historias (el trailer en el que Gina y su amante se encuentran se incendia, con ellos adentro), por lo que hay un relato de cómo esas muertes repercutieron en sus respectivos hijos en un falso presente, y un racconto de cómo se llegó a ese momento fatal. Y es esa hija (Mariana, interpretada por Jennifer Lawrence, todo un descubrimiento) una pieza clave para el andamiaje de la película.
Estos dramas familiares son la moneda de mayor y mejor uso para Arriaga, con las relaciones interraciales y los conflictos étnicos, si no en primer plano, ejerciendo su peso ya desde su mera presencia. Con todo, las mayores responsabilidades en cuanto a la interpretación quedaron destinadas a actores no mexicanos. Theron es dueña de una máscara increíble, que desde Monster a esta parte no deja de sorprender con personajes disímiles y de enorme fuerza interior. Basinger parece tener un renacimiento en continuado (Curtis Hanson en Los Angeles: al desnudo le dio su primera oportunidad de demostrar que es una buena actriz además de una cara bonita).
Lo dicho: cada historia del guionista de Los tres entierros de Melquíades Estrada es diferente también en su estructura, pero quedarse en esas instancias del relato fracturado, para sólo hablar de la forma, desdibuja el contenido