Para el director y guionista en su opera prima este camino tiene muchos datos. Por un lado la protagonista es una ex atleta olímpica a la que su padre la obliga a ingerir una medicación que hace no solo que la descalifiquen sino que le impide quedar embarazada. Pero además tiene un marido violento. Cuando se entera que su padre agoniza, se siente obligada a volver a su pueblo natal, en el sur. Allí se reencontrará con su hermano viudo, también enemistado con su progenitor. El se transforma en ese momento en el eje de otra historia, con su hija, una suegra calculadora y amistades que se revelan como siniestras cuando se trata de enormes deudas. De ese rompecabezas se acomodan situaciones que parecían irreconciliables, cuando finalmente las piezas encajan impredecibles. La tensión en la historiase mantiene aunque en el guión quedan cabos sueltos o lagunas, y se agregan escenas innecesarias, apurando otras. Suele pasar e las operas primas, querer abarcar demasiado. El marido violento queda desdibujado, que pasó entre ese hermano y su padre nunca se sabe. En el elenco brilla especialmente Arturo Puig con la composición de un hombre amable y oscuro al mismo tiempo. Geraldin Chaplin le saca el jugo a sus escenas y Juana Viale, uno de los rostros más enigmáticos y bellos, la cámara la ama, sostiene bien a su personaje. Una mención aparte merece la muy buena música de Fito Paez que aumenta considerablemente el clima de tensión.