De personas y personajes
Una de las claves para que un thriller funcione es encontrar un buen villano, gran parte del trabajo del relato está ganada con esta decisión. Es el caso de Camino Sinuoso (2018), la ópera prima de Juan Pablo Kolodziej, que tiene a Arturo Puig como el siniestro comandante de un pueblo del sur de la Argentina.
Pero la historia empieza en Buenos Aires, cuando Mía Siero (Juana Viale) discute con su marido (Antonio Birabent) porque no puede tener hijos. No se trata de un problema biológico sino producto de unos medicamentos inyectados por su padre (Hugo Arana) para mejorar su rendimiento deportivo. Ella viaja a su pueblo natal en la Patagonia donde su padre está internado a la espera de un riñón. Su sangre es incompatible entonces acude a su hermano (Gustavo Pardi), quien está endeudado con David (Arturo Puig), el siniestro y poderoso hombre que maneja el pueblo.
Camino Sinuoso habla de los secretos, egoísmos y oscuridades que se esconden en un pequeño pueblo del interior. Lo hace desde el drama que deviene en tragedia con dosis de thriller. Una de sus apuestas es el gran elenco, que sostiene en buena parte la carga dramática. La otra es su destacada producción que desde la fotografía y edición de sonido (música de Fito Páez) resuelve en formato de género un film que por momentos transita el melodrama intimista.
Pero el guion del propio Juan Pablo Kolodziej tiene una cantidad de situaciones y dramas familiares excesiva, que dividen la película en dos partes: la primera con una serie de personajes enfrentados cara a cara diciéndose crueldades con una falta de afecto sorprendente para el vínculo que tienen (marido y mujer, hermano y hermana, yerno y suegra); la segunda, con conflictos que desencadenan la violencia en formato de thriller, adquiriendo mayor ritmo narrativo. Estas situaciones cierran las múltiples líneas argumentales, algunas sin llegar a la carga dramática condensada en la primera mitad, sintiéndose abruptas.
El eje está en la construcción de los personajes: El único ambiguo y más humano por ende, es el de Arturo Puig, mientras que el resto deambula entre víctimas: Mía, Gustavo, su hija; y victimarios: los de Antonio Birabent, Geraldine Chaplin y Hugo Arana. Esta falta de profundidad los convierte en arquetipos sin matices para sostener la dimensión de los dramas planteados.
Camino Sinuoso intenta construir un relato oscuro sobre seres en apariencia bondadosos, pero es la forma tan extrema de definirlos como buenos o malos, que en varias ocasiones roza lo inverosímil. Las intenciones son buenas, el resultado desparejo.