CAMPAÑA INDEFINIDA
Un actor y cantante famoso esencialmente frívolo (Leo J., interpretado por Juan Gil Navarro), se obsesiona profundamente con la idea de que hay una gran conspiración, liderada por la antigua Logia Cisneros, en contra de Argentina a todo nivel; responsable tanto de la muerte de Gardel, como del fracaso en el mundial 2002, y también de la última dictadura militar.
Campaña antiargentina es un falso documental, pero también una ficción convencional sobre la vida de Leo J., que incluye escenas de dos producciones que el actor va realizando ante nuestros ojos: un reality sobre su vida y un documental sobre la Logia Cisneros. No es difícil intuir que en los 105 minutos que dura el metraje reina una confusión por momentos insostenible. No es que la película no se entienda, pero el montaje es muy poco riguroso y anti-climático, hay momentos donde las secuencias se estiran sin razón, y otros donde las escenas se amontonan para apurar el paso. Está claro que no es un caos total pero hay falta de pericia, o al menos de justeza, a la hora de editar.
El otro pilar de la película de Alejandro Parysow es el humor: estamos ante una película de intenciones cómicas, sin duda, pero esto también es un problema. Por un lado, la actuación de Juan Gil Navarro tiene ese tono de parodia Pol-ka un poco característico, que consiste en reducir una personalidad a tres o cuatro conductas supuestamente graciosas pero cuyo trasfondo es el puro prejuicio. Por el otro lado, está la mirada más aguda y sarcástica como la que puede aportar Pablo Marchetti, el ex editor de Revista Barcelona que aquí es uno de los guionistas, sobre todo en cuestiones políticas e históricas; aunque a medida que avanza el film veremos que la balanza se inclina para el otro lado. El humor en Campaña antiargentina termina siempre siendo burlón pero exculpatorio, nunca va al hueso, apenas nos trata de paranoicos, nunca termina de decirnos que somos una nación cuya característica principal es que no se hace cargo de nada y que apuesta siempre a considerarse maldita. No hay un solo chiste incómodo y eso es una gran deuda para una película que en apariencia promete lo contrario.
Es difícil de explicar lo rápido que se diluye el interés sobre lo que se nos está contando en Campaña antiargentina, pero es entendible, las fallas en las formas y las carencias en cuestiones de comedia son un combo infalible para el aburrimiento. Creo que también es justo decir que estamos ante una película que expresa un contexto: Argentina es un país que nunca aprendió a mirarse a sí mismo sin auto-indulgencia.