Como su título indica, todo sucede en el centro de esparcimiento y alojamiento, lo cual deja expuestas acciones y emociones que no pueden esconderse porque acá no hay adentro y afuera (como en una casa) sino que todos se encuentran encerrados afuera. Se pierde la intimidad del hogar, se gana en libertades y vulnerabilidad. En el medio del caos familiar, la protagonista se descubre a sí misma, explorando cada rincón de su cuerpo y alma para conocerse en esta nueva fase. Los espacios que no son abiertos ni cerrados encarnan esa adolescencia dolorosa en la que no se es niño ni adulto, en la que todo enoja y al mismo tiempo hace reír cualquier pavada.