Lo primero que se ve en Camuflaje son los pies de alguien corriendo descalzo sobre el asfalto. Luego descubriremos que se trata de Félix Bruzzone, reconocido escritor, entusiasta runner y protagonista absoluto de este documental con algunos elementos cercanos a la ficción.
Bruzzone vive desde hace mucho tiempo en una casa muy cerca de la base militar de Campo de Mayo, en principio sin saber que allí, en el centro clandestino conocido como El Campito, estuvo Marcela, su madre desaparecida. A partir de esa ¿coincidencia?, Bruzzone empieza a indagar -en cámara y desde la voz en off- en su propia historia, en la del lugar y en la de la gente que lo frecuenta.
Los encuentro de Bruzzone van desde un desarrollador inmobiliario que trata de valorizar la zona hasta una sobreviviente de El Campito que a partir del trabajo con una asociación intenta sin suerte plantar un memorial, pasando por tres artistas que interactúan con o “intervienen” las barracas abandonadas, un amigo de infancia o una chica que junta tierra del lugar para luego enfrascarla y venderla como souvenir a turistas, imitando a los pedazos del Muro de Berlín que se recogieron durante su caída y aún hoy se siguen comercializando.
Rodeado por un paraíso natural (una reserva no precisamente cuidada en la que hay hasta gigantescas tortugas), Campo de Mayo es un lugar tenebroso y misterioso por múltiples motivos que Camuflaje se encarga en analizar desde lo geográfico hasta, claro, lo humano o incluso lo gremial, ya que allí desaparecieron buena parte de las comisiones obreras de los '70.
En una de las tantas incursiones (ilegales, ya que se tratan de terrenos militares), Perel y Bruzzone se topan con unos soldados. Cuando todo apunta a un momento de extrema tirantez, interviene el productor Pablo Chernov y todo termina en un intercambio bastante amable y civilizado. Sin embargo, ese momento simboliza también las tensiones y contradicciones que un proyecto de estas características, dimensiones y alcances emocionales genera.
Running, simulación 3D y un impactante cierre cinematogáfico y simbólico con la Killer Race, una intrincada carrera de resistencia con elementos de crossfit e impronta militar que se desarrolla en el lugar, forman parte de la experiencia por momentos lúdica, catártica, ensayística y política de Camuflaje, un film mucho menos denso y programático que los trabajos previos de Perel, pero no por eso menos inteligente o estimulante.