"Canal 54", documental que se sorprende a sí mismo
La película de Lucas Larriera va tras la pista de un radioaficionado que dijo haber captado una transmisión de la NASA sobre el alunizaje... y luego se desmintió misteriosamente.
Lucas Larriera sabe muchísimo sobre la Luna. Incluso dice que es de lo único que sabe. Tiene motivos para hacerlo. En 2013 codirigió junto a Pepa Astelarra Alunizar, una investigación que metía las narices, con un tono que abrazaba lo periodístico y la farsa, en el misterio acerca de si la llegada del hombre a la Luna en 1969 fue una puesta en escena estadounidense en el marco de la carrera espacial con la Unión Soviética o si, efectivamente, los astronautas pisaron la superficie del satélite natural de la Tierra. Un tópico que vuelve a estar presente en Canal 54, en la que Larriera continúa tirando del carretel y (re)descubre una historia dentro la Historia. En este caso, la de Norberto Otero, un técnico electrónico que con su antena de radioaficionado montada en la terraza de su casa de Avellaneda habría captado una transmisión de la NASA distinta a la que se emitió vía satélite en todo el mundo y de la cual solo sobreviven algunas fotos publicadas en semanarios de la época.
“Cuando una obsesión te persigue, no podés dejarla”, dice, palabras más, palabras menos, uno de los radioaficionados entrevistados por Larriera en su búsqueda por la verdad. Una verdad inexpugnable, en tanto es sabido que los archivos en general –y los audiovisuales en particular– no gozan de buena salud en la Argentina. Cuentan que Otero, un hombre callado y misterioso, de esos que iban del trabajo a casa y de casa al trabajo, llegó incluso al programa Sábados circulares con su material bajo el brazo. Dos veces, en realidad, dicen que fue: la primera para exhibirlo y la segunda para desmentirse. El resto son todos vacíos que Larriera, a la manera de un detective, reconstruirá con la voluntad irrenunciable de quien sabe que, quizás, su vida tenga más puntos en común con Otero de los que cree. Como un abuelo también radioaficionado, una subtrama familiar que refuerza el carácter personal del proyecto sin que esto implique caer en los tópicos del documental del “yo”.
Hay documentales que buscan sorprender y otros que se sorprenden a sí mismos. Películas abiertas, libres, atadas a los caminos azarosos de una investigación cuyo final ni siquiera el realizador parece conocer. En esa última línea se escribe Canal 54 -título que refiere al canal en el que Otero captó la señal–, con un relato que queda boquiabierto junto al espectador ante las nuevas (y pocas) pistas del caso. Dos de ellas llaman particularmente la atención de Larriera. Una es la primera mención que escucha sobre ese personaje; la otra, la de un espectador de Alunizar que asegura haber trabajado en el canal que emitía Sábados circulares y recordar perfectamente lo ocurrido. Queda saber cuánto de todo eso es mito y cuánto real, en qué punto la fantasía se intersecta con lo material.
Pero, ¿existió realmente Otero? Sí, y falleció hace unas cuantas décadas, como coinciden sus vecinos. ¿Era técnicamente posible que haya visto esa transmisión? Expertos en esa tecnología dicen que sí, que incluso en esa época bastaba con un equipo casero para hablar con alguien de, por ejemplo, la Antártida.
Entonces, ¿por qué se desmintió? ¿Será cierto que fue contactado por la mismísima NASA para trabajar con ellos? ¿Y que anduvo varias veces por la Embajada de Estados Unidos? ¿Los medios le dieron lugar por el potencial verídico de lo que sostenía, o fue otra manera de insuflarle aire a un alunizaje que dominó la agenda de los diarios, revistas y canales durante largas semanas?
Nutrida principalmente de testimonios de radioaficionados y amantes de lo espacial, a lo que se suman algunas recreaciones ficcionales para completar los agujeros audiovisuales, Canal 54 termina topándose con la pared de lo incomprobable. Un destino que importa poco, pues aquí, como en cualquier viaje, importa más el recorrido que el lugar adonde se llega.