Cáncer de máquina

Crítica de Delfina Moreno Della Cecca - Fancinema

BAJANDO UN CAMBIO

Ingresamos al film como se ingresa a la salina: mediante un viaje pacientemente filmado dentro de un vehículo. El inicio de esta película no tiene diálogos, y no los necesita: quien habla es el paisaje, más específicamente, la salina alrededor de la cual gira la historia.

Cáncer de máquina es un documental que narra las vivencias de un grupo de personas que viven y/o trabajan en la salina, pero no solamente eso: también relata el increíble panorama y las máquinas que interrumpen la armonía de la naturaleza, en una sucesión de planos psicodélicos que bien podrían haber salido de la última Mad Max, pero que sin embargo son made in Argentina. Las máquinas, con todo el poderío que les otorga el combustible y los hombres que las manejan, son además animales heridos por la implacable salina: la sal es para el metal, lo que el cáncer al cristiano.

Los directores José Binetti y Alejandro Cohen Arazi se detienen frecuentemente en imágenes imperceptibles al ojo humano si no es a través de una cámara; desde planos abiertos que intentan abarcarlo todo hasta los más ínfimos detalles de los insectos que se pasean por los granos de sal. En el medio también se suceden entrevistas con los pocos habitantes de la salina, otrora una oportunidad laboral y educativa para sus trabajadores, y ahora solamente un dejo de aquella gloria que supo ostentar en otras épocas, algo que los entrevistados recuerdan en una mezcla de nostalgia y enojo. Porque los medios de transporte mejoraron, dicen, y por eso la gente se ha ido a otros pueblos y otras ciudades, dejando a un puñado de familias atrás que se las ingenian para socializar y no perder la cordura entre tanto páramo solitario. Ellos heredaron el trabajo en la salina y hacen lo imposible para salir adelante.

Quizás el mayor desacierto del film es detenerse demasiado en las escenas cotidianas de los pocos habitantes de la salina o en el ciclo repetitivo de la naturaleza. O quizás simplemente es un problema del espectador, acostumbrado al trajín de las grandes ciudades o de estos tiempos de multitasking y redes sociales, que necesita que las cosas pasen ahora y ya. Lo que sí puedo asegurar es que es una película a la cual no se le puede ser indiferente.