Con algún eco de Los paraguas de Cherburgo y el recuerdo inevitable de la espléndida Conozco la canción de Alain Resnais, Canciones de amor ofrece una deliciosa pieza musical cinematográfica. La presencia de elementos que se relacionan con la comedia musical estadounidense son parte indudable del film, pero también las situaciones dramáticas están presentes. El realizador Christophe Honoré, con un claro espíritu truffautiano en el que Almodóvar no está alejado, logra aunar una historia atrayente envuelta por el mejor estilo del cancionero francés. Con las suficientes alternativas como para ofrecer entretenimiento constante y algunos toques emotivos que no por ser leves son superficiales, la trama engloba circunstancias ligadas a temáticas amorosas de diversa índole, pero siempre inusuales e irreverentes. Triángulos, vínculos igualitarios y tendencias afines forman parte del abanico amatorio incluido, aunque en casi todos los casos el afecto y los sentimientos prevalecen. Al comienzo, la pareja formada por Ismael y Julie invitan a Alice –enamorada de ambos- a vivir con ellos, presuntamente para darle más chispa a su relación. Esto funcionará por momentos, pero tendrá una trágica escisión. A partir de ahí las situaciones atravesarán por inesperados carriles, todos muy disfrutables.
La asidua presencia de canciones no corta la continuidad dramática sino por el contrario se integran al relato logrando una armoniosa confluencia artística. Los temas musicales y los climas sonoros proporcionados por Alex Beaupain son un aspecto esencial del film, casi un personaje más. Carismáticos y talentosos, Louis Garrel, Ludivine Sagnier y Chiara Mastroianni protagonizan el film dentro de un elenco homogéneo y eficaz. Para hambrientos de amor y del mejor encanto del cine musical francés.