Ritual afroamericano.
Poco se sabe del origen en concreto del candombe, que nace en Montevideo, uno de los puertos más importantes del mundo, en un conventillo que hiciera de lugar de contención emocional, en donde existían necesidades y carencias. A pesar de estas graves dificultades, se impuso la comunión de un pueblo esclavizado que cargaba con una violenta realidad, alejado de sus raíces, de la justicia social, y con su historia destrozada.
En Candomberos de dos orillas (2018), Ernesto Gut es el encargado de reunir los testimonios de referentes claves del candombe radicados en Buenos Aires, en los barrios de La Boca y San Telmo, en donde la colectividad uruguaya tiene una fuerte presencia. Son músicos afrodescendientes en su mayoría que, por motivos políticos y económicos, se exiliaron en los años 70 desde Montevideo -Conventillo Mediomundo- a Buenos Aires, en más de un caso huyendo de la persecución de la dictadura uruguaya. Ya en Montevideo, vemos reflejadas las raíces africanas del candombe, que nos muestran el proceso de la construcción de los tambores, con métodos actuales, y con un desarrollo moderno, el cual les permite potenciar y perfeccionar, a través de la selección de los materiales ciertas características relacionadas al caudal y a la calidad del sonido.
Pareciera que todo es motivo para candombe, cualquier festejo, reunión o acontecimiento. Más lo que cuentan sus hacedores dista mucho de ese concepto y, como toda historia, sólo experimentándola se podría llegar a percibir su verdadero significado. Nos queda escuchar atentamente a sus protagonistas para descubrir los secretos, la historia detrás del sonido de tambores y el baile. Existe mucha sangre, injusticia, tristeza escondida en este movimiento, que surge y nace como un grito de liberación, y que actualmente se convirtió en una manera divertida de expresar la realidad, que comunica a un nivel mucho más profundo que las caderas de una vedette o las piernas de una bailarina. El director se vale de flashbacks, material de archivo y testimonios de los músicos que con tristeza en sus miradas y mate de por medio, relatan lo que sufrieron y nos acercan al candombe de otra manera.
“El candombe es un ritmo alegre…” es algo que nos replantearemos luego de ver este dinámico e interesante documental, tendremos presente y viviremos de otra manera, la próxima vez que presenciemos una llamada murguera.