No, no la descarte de entrada. Fabián Forte sigue intentando traducir la delirante comedia americana contemporánea a este país. Le sale a veces bien, a veces mal, en especial porque los dos protagonistas –la dupla Alfonso-Listorti en tercer intento, aquí como dos ex amigos separados por la fama de uno y cómo el destino revierte la asimetría– no termina de tener el timing justo. Pero el film es simpático y trata de respetar al espectador mucho más que los viejos “entretenimientos familiares de vacaciones”.