Amigos son los amigos
José María Listorti y Peter Alfonso esta vez no la pifian en una comedia familiera, pasatista y
con producción.
Una comedia para toda la familia no tiene por qué ser chabacana, estar regada de chivos y filmada como una película amateur. Ese mal que parecía endémico para el cine argentino no se apropia de Cantantes en guerra, que no es un filme hecho a las apuradas para estrenar en las vacaciones de invierno. Tampoco es una obra de Stanley Kubrick. Que tiene producción, y se nota, que no chivea ni toma de punto al espectador.
Y sí, no le pidan originalidad a la trama.
José María Listorti y Peter Alfonso habían hecho juntos Socios por accidente en 2014 (que les fue muy bien en la taquilla) y la secuela, en 2015 (no precisamente lo mismo). Se tomaron, se ve, un año sabático, y ahora vuelven a hacer de pareja despareja. No como el Gordo y el Flaco, ni Mel Gibson y Danny Glover en Arma mortal. No es que sus personajes se necesiten, sino que Ricardo (Listorti) y Miguel (Alfonso) eran amigos y un hecho los distanció por 20 años.
Por 1997 formaban el dúo Los McCartney, y se presentaron a un concurso de talentos . El empresario (Osvaldo Santoro) los fleta, pero le dice a Ricardo que podría tener una carrera promisoria como solista. Lo obvio en estos casos en el cine: Ricardo se convierte en Richie Prince, se llena de plata y fama, se convierte en estrella y se olvida de Miguel.
Pero sus caminos se cruzan (Miguel choca la limusina en que viajaba su antiguo amigo), y por motivos que no develaremos al público que desee ver esta película (alguna sorpresa tiene que tener), los roles cambian.
Cantantes en guerra se basa en el carisma y el apego que Listorti y Alfonso despiertan en sus fans. No van a conquistar nuevo público, pero a esos espectadores no los defraudarán. Listorti hace de chanta, un rol que repite desde sus inicios en el clan Tinelli, y su compañero de elenco tiene el rol más familiero.
Tal vez la aparición de McCartney (¡!) no es lo que mejor esté resuelto en la película de Fabián Forte, quien había codirigido las dos Socios por accidente. Pero es una anécdota en esta comedia blanca, tan bien producida como pasatista.