Esta adaptación de la primera parte de una trilogía de novelas de ciencia ficción jamás funciona pese a tener algunas ideas interesantes y un elenco encabezado por Tom Holland, Daisy Ridley y Mads Mikkelsen.
Este combo de western y ciencia ficción es, en algún punto, tan mediocre y repetitivo, que resulta más interesante la historia ligada a su complicada producción que la película en sí. Es una de esas historias que deberían volverse legendarias a modo de cuento con moraleja acerca de «todo lo que puede salir mal» en una producción de Hollywood. La saga de tres novelas de Patrick Ness titulada CHAOS WALKING tenía el lógico atractivo de esas series de acción para adolescentes que se pusieron muy de moda en la década del 2000 a partir del éxito de CREPUSCULO, LOS JUEGOS DEL HAMBRE y otras derivadas. Publicadas entre 2008 y 2010, no solo tenían los condimentos habituales de este tipo de historias sino que ofrecían un contenido bastante audaz e inteligente.
La productora Lionsgate compró los derechos de la trilogía en 2011 y eligió nada menos que a Charlie Kaufman para adaptar el primero de ellos, llamado EL CUCHILLO EN LA MANO. Quizás pensaron que el guionista de QUIERES SER JOHN MALKOVICH? podría encontrarle la vuelta a la curiosa idea central de la saga que involucra que la gente pueda escuchar los pensamientos de los otros. Pero al parecer no fue así, ya que el tipo abandonó el proyecto y para 2016 ya había pasado por media docena de manos y varios directores. Todo parecía abandonado hasta que apareció el interés de la entonces «novedad» de STAR WARS Daisy Ridley y del recién incorporado SPIDER-MAN Tom Holland y el proyecto revivió con Doug Liman como director, se filmó en 2017 y luego volvieron los problemas. Malos testeos, refilmar escenas (con Fede Alvarez a cargo) en 2019 y luego… pandemia. Al final, la película se terminó estrenando tarde, en medio del caos virtual y apenas ha recuperado una mínima parte de su presupuesto de más de 100 millones de dólares.
El tema principal de la novela –y de la adaptación– es de todos modos bastante interesante y se podría definir como una película cuyo eje es la misoginia, el odio/miedo a las mujeres. Y la estructura que Ness ideó para hablar del tema es imaginar un futuro posible en el que un grupo de hombres habita un planeta distante en el que sus pensamientos pueden ser escuchados por los otros, como si los dijeran en voz alta. Por algún motivo, las mujeres no han caído víctimas de este procedimiento, lo que hace que a ellas no se les pueda escuchar lo que piensan. Pero cuando empieza el film ya no quedan mujeres allí. ¿El motivo? Tras una invasión de lo que hoy llamaríamos los «pueblos originarios» de ese planeta, todas fueron masacradas.
La idea es interesante ya que sirve para analizar cómo se construye cierto «machismo» o algún tipo de idea patriarcal de cómo hacer funcionar al mundo. Los habitantes del planeta son ahora todos hombres y, a sabiendas que se escuchan entre sí, parecen haber adoptado algún tipo de religiosidad violenta que los lleva a «pensar» siempre en términos de acción, de no tener miedo y de no mostrar debilidades. El líder de ese grupo es un tal David Prentiss (Mads Mikkelsen), su hijo es el tontuelo amenazante Davy (Nick Jonas), el más fanático parece ser el religioso Aaron (David Oyelowo) y los demás se comportan en un estilo rugbiers del espacio. Hasta el propio Todd Hewitt (Holland) sabe que tiene que ocultar sus dudas y nervios ante la presencia de los otros, que los detectarán enseguida.
En la película, cuando escuchamos a los personajes pensar, una suerte de humareda fluorescente sale de sus cabezas (es la mejor idea que tuvieron para «representar» visualmente el pensamiento) y la experiencia se vuelve rápidamente agotadora. A lo largo de un buen tramo del film los hombres hablan y piensan y tratan de ocultar lo que piensan. Todd, por ejemplo, no hace más que repetir su nombre constantemente para que no puedan adivinar qué pasa por su cabeza. Todo parece ir por esos carriles hasta que una nave espacial cae en una zona del planeta y la única sobreviviente del accidente es Viola, una mujer (Ridley). A Viola no se la escucha pensar aunque ella sí puede oír, entre sorprendida y espantada, a los hombres hacerlo. Los más jóvenes jamás han visto una mujer y se desesperan. Y David tiene sus propias ideas respecto a qué hacer con la chica, por lo que a Todd no le queda otra que sacarla del medio y tratar de llevarla a un lugar seguro.
Todo esto en la película es cansino y trabajoso, raramente funciona y pese a tener un crossover de celebridades del cine de Disney/Marvel/Lucasfilm como protagonistas y un realizador con un interesante recorrido como Liman (que dirigió la primera BOURNE y AL FILO DEL MAÑANA, entre otras), CAOS: EL INICIO nunca funciona en términos cinematográficos. Aquí y allá uno puede verle los hilos de lo que pudo haber sido o lo que los múltiples cerebros involucrados pensaron en un principio (algún tipo de versión pop de EL CUENTO DE LA CRIADA, digamos), pero no siempre las ideas que resultan interesantes escritas en una novela logran trasladarse al lenguaje del cine.
Lo que acá sí tiene su lugar más o menos lógico son las escenas de acción, pero cuando estas llegan –en su segunda mitad, de una manera narrativa tan arbitraria como confusa y con personajes claramente abandonados en el montaje final– es tan poco lo que nos importa la suerte de los protagonistas y el mundo en el que habitan que ya no hay mucho que esas peleas y persecuciones puedan lograr para convencernos de que el asunto valió la pena. Quedan dos novelas más en la trilogía, pero todo parece indicar que el asunto, por suerte, se cerró acá.