Destrozada por la crítica, terminada en 2017 pero intervenida con re-rodaje intensivo en 2018, retrasada por la pandemia, es probable que Caos: el comienzo, basada en una exitosa novela/trilogía de fantasía juvenil, sea la película con más mala suerte del Hollywood actual.
No lo merece por varias razones. La primera, que las secuencias de acción, que abundan en esta especie de western donde algo extraño extinguió a las mujeres, los hombres tienen un rarísimo problema telepático y justo cae una chica, son comprensibles y tienen drama.
Segunda: que los actores creen en lo que están haciendo (Mikkelsen y Holland son muy buenos). Tercero, que el ambiente de western futurista respeta la relación del hombre con el paisaje, básico en aquel género de enorme nobleza.
Sí, es cierto, por momentos la trama se resuelve a los ponchazos, pero también es cierto que el film construye un mundo convincente donde los problemas morales se construyen y resuelven gracias a la imagen.