“Caperucita roja” de Tatiana Mazu Gonzalez. Crítica.
Un documental que no te dejará indiferente.
Este jueves 4 de noviembre llega el estreno de “Caperucita roja” un documental de Tatiana Mazu Gonzalez, a quien tuvimos el gusto de entrevistar en el marco del Festival internacional de cine de Mar del Plata 2020. Tras su paso por varios festivales podremos verla en las salas de cine de nuestro país. Un encuentro generacional entre una abuela y su nieta guía esta narrativa de búsqueda experimental. Conversaciones que van desde la guerra civil española, derechos laborales, aborto, hasta las luchas feministas que toman las calles.
Algo que principalmente llama la atención es el atractivo visual y sonoro que surge de la diversidad de técnicas y formatos. Implementando la superposición de imágenes y repetición dentro del encuadre, materiales de archivo, sonidos en revés o que pivotan en el estéreo y encuadres poco convencionales. Generando así una constante llamada de atención y diferenciación con la cual tratar un tema, tal vez mundano, como la reconexión entre una nieta y su abuela.
Lo cual trae consigo el salto generacional, que pareciera ser abismal, entre alguien que nació a principios del siglo pasado y otra a finales del mismo. Mientras cosen un disfraz de caperucita roja, plantean su forma de ver la vida. Ya sea si está bien trabajar 18 horas o no, los acosos verbales en la calle o el deseo de maternidad. Jamás se plantea una mirada crítica o juzgadora, se entiende que cada una es hija de su tiempo y si la abuela parece tener una visión más inocente de la vida es por su crianza y las vivencias de su época.
Podemos ver además, en las escenas donde el material de archivo se hace presente, a una abuela que pareciera ser eternamente anciana. Lo cual se traduce en una fuente de sabiduría como plantea el dicho, “el diablo sabe más por viejo que por diablo”. Incansablemente activa y perspicaz, absorbe todo lo que sucede a su alrededor. Compartiendo muchas veces el plano junto a la directora, que poco a poco socava información. Consiguiendo robarse la película en dos momentos clave.
En un primer lugar la charla con su nieta en el momento que se corta la luz. Recibe una noticia fuerte que la moviliza, pero jamás pierde la compostura y se las arregla para dejar en claro su posición y su aceptación. La otra escena es la final, donde ella pasa de ser un actor social registrado a tomar la cámara con sus manos y grabar a su nieta. De manera imperfecta, desprolija, al tiempo que narra el cuento de Caperucita, cerrando de esta manera una especie de ciclo, con broche de oro.
En este sentido, podemos afirmar que “Caperucita roja” de Tatiana Mazu Gonzalez es un documental altamente recomendable. Es por demás entretenida y técnicamente atrapante. Y si bien la directora ya se despacho con otros documentales, siempre esperaremos con ansias sus próximos proyectos.