Con el comentario de “Thor” (*), ya establecí mi propia (y arbitraria, lo admito) visión sobre el sub-género de Comic Movies, o sea películas basadas en historietas con DC Comics y Marvel a la cabeza.
Sin contar la saga X-Men, Marvel dio a luz este año a dos personajes que no fueron creados enteramente por la mega empresa de Stan Lee. La mencionada anteriormente y la que nos convoca hoy. Capitán América fue creado originalmente por Jack Kirby y Joe Simon en 1941 como el combatiente de la ultra derecha Nazi. La historieta era una propaganda que bajaba línea sobre la necesidad de eliminar al Führer y restablecer la democracia. Lógicamente, el personaje fue útil hasta que se terminó la Segunda Guerra Mundial. Luego pasó al olvido, hasta que en los ’60 Stan Lee adoptó al Capitán para aggiornarlo un poco y darle otro propósito.
En rigor, la película de Joe Johnston respeta a rajatabla la idea original. Steve Rogers (Chris Evans) intenta enlistarse en el ejército a como de lugar. El mensaje del Tío Sam cala en lo más profundo de su noble ser. Sin embargo tiene una condición física que lo margina de poder formar parte del ejército y es rechazado sistemáticamente hasta que un buen día, el Dr. Abraham Erskine (Stanley Tucci) vislumbra en Steve las virtudes puras necesarias para usarlo como conejillo de indias en un experimento que alterará su metabolismo y transformará el alfeñique en un hombre atlético de alta capacidad de rendimiento físico. Sí. Adivinó. Otro de los tantos experimentos del ejército estadounidense para hacer súper-soldados. Nace el Capitán América.
Su contraparte es Johann Schmidt un hombre del ejército alemán, más malo que Hitler y sometido a un experimento parecido. Claro, al tener una esencia de valores non santos, el efecto del experimento lleva a Schmidt a convertirse en un súper villano llamado Red Skull (Cráneo Rojo). O sea llevado al plano de súper hombres, el bien y el mal representado por Estados Unidos y Alemania respectivamente.
Más allá de la corrección de los rubros técnicos, Johnston construye una película respetuosa de la estética “Marveliana”, pero con características narrativas conceptualmente más cercanas a la aventura clásica. Por cierto, esto juega a favor de la producción ya que guionistas y realizador se las arregla muy bien para dejar el relato y las situaciones lejos del inverosímil y saca adelante un film que, a priori, se presentaba como de difícil digestión. Sobre todo teniendo en cuenta la espantosa versión de Albert Pyun de 1990. Pero los fanáticos de las Comic Movies pueden ir tranquilos, porque a esta altura era necesaria una versión sólida de éste personaje para poder unirlo a la esperada producción que los reunirá a todos.
Para el resto de los concurrentes a la sala (siempre considerando esto como película “pochoclera”) deberán tener paciencia con los minutos redundantes que sirven para estirar la llegada del clímax.
Finalmente, para cualquiera reticente a esas escenas típicas del cine yanqui en donde la bandera estadounidense flamea gallarda en toda la pantalla, es importante mencionar que estos colores van a estar presentes durante toda la narración, comenzando por el traje del susodicho. Bueno, se llama Capitán América, más claro imposible.
(*) 2011, realizada por Kenneth Branagh. Ver archivo de críticas de esta página.