El héroe insignia de Marvel tiene su película que, a su vez, se convierte en el último escalon hacia la adaptación de Los Vengadores.
Steve Rogers (Chris Evans) es un alfeñique sin fuerza que vive siendo golpeado por los grandulones. Pese a eso, nunca escapó de una pelea ni se acobartdó ante nadie. Su mayor sueño es servir en el ejército de los Estados Unidos, más viviendo esa época tan tumultuosa que se llamó Segunda Guerra Mundial. Pero su tamaño y su tendencia enfermiza hizo que sea rechazado cada vez que se presentó a enlistarse.
Pero, en una feria, un científico de la armada (Standley Tucci) vió algo en él: su valor era algo que no todos tenían y, con algún que otro cambio, podría convertirse en el soldado perfecto. Y cuando hablamos de cambios, hablamos de genética, ya que el Dr. Abraham Erskine, este genio alemán, creó un suero capaz de aumentar el poder físico y muscular de cualquier hombre, y Rogers es el candidato ideal para probarlo… por segunda vez. Segunda, claro, porque la primera había sido sobre el jerarca Nazi Johann Schmidt (Hugo Weaving), que luego de implantarse el suero quedó deforme, lo cual le valió el apodo de Craneo Rojo (adivinen por qué).
Ahora, este super soldado modificado genéticamente, con velocidad y fuerza sobrehumanas, hará lo que nadie se atreve a hacer: propaganda. Si, será utilizado para llamar a los jovenes a enlistarse y para recibir donativos de aquellos que quieran apoyar a las tropas. Su seudónimo: El Capitán América.
Mientras tanto, Schmidt se abre cada vez más de Hitler y de los Nazis para crear su propia fuerza, Hidra, una especie de sociedad secreta que roza el ocultismo y que tiene en su poder algo que le pertenece a los dioses, el Cubo Cósmico (que se pudo ver en las escenas post créditos de Thor), con lo que diseñará, junto con su aliado, el Dr. Arnim Zola (Toby Jones), un arma implacable con la que planea invadir Estados Unidos.
La vida de Rogers no va bien. Eso de hacer musicales no es lo suyo: lo que quiere es pisar el campo de batalla, y su excusa se presentará cuando su amigo, Bucky Barnes (Sebastian Stan) aparezca como desaparecido en acción tras las líneas enemigas. Allí comenzará el mito del Capitán América, el super soldado que puede enfrentarse a cualquier enemigo. Pero, ¿podrá con un arma sobrenatural, contra un villano supernatural y contra la crueldad de un hombre que quiere ser un dios? Ahí el dilema.
Capitán América es una gran adaptación del comic. Su ambientación de los años ’40 es intachable y las actuaciones (sorpresa, al menos para mi) son excelentes. Ok, todos sabemos que Hugo Weaving, Tommy Lee Jones, Toby Jones y Standley Tucci son gigantes, pero Chris Evans, ese actor por el cual no hubiera comprado una entrada jamás, se convierte en un verdadero héroe. Él ES Steve Rogers, como Robert Downey Jr. ES Tony Stark. Evans logró captar la escencia del personaje de la mejor manera, y así, convirtió esta adaptación en una de las mejores que realizó Marvel hasta el momento, superando a Thor y a Hulk, y pisando los talones de Iron Man.
Lo mejor que tiene la película, por lejos, son los guiños. Es que el universo que creó Marvel a través de sus adaptaciones es tan lineal y real que todo conjuga con todo. Por ejemplo, tenemos a Howard Stark, padre de Tony, como uno de los científicos aliados a Erskine. También vemos guiños a Thor, claro está, que se convirtió en una especie de hilo conductor para lo que veremos en Los Vengadores. Además, el principio y el final de la película van a hacer que todos los fanáticos de Marvel, ansiosos por ver la reunión de héroes, se caigan al piso. Y ni hablar de lo que verán después de los créditos. Gran sorpresa. Mantenganse sentados.
En definitiva, Capitán América es una película para ver, pero no sola, sino sabiendo lo que ya pasó. Para ver una película de Marvel, tienen que verlas todas, así es el negocio. Si las vieron, vayan y disfruten: es una de las mejores adaptaciones de comics que se hicieron. Si no las vieron, veanlas ahora y luego vayan al cine, no se van a arrepentir.